Los dos candidatos favoritos en la carrera electoral continúan felices en el empate técnico. Luisa González pedalea soñando en que los errores de Noboa, la resaca económica de enero y las continuas señales de autoritarismo, le permitirán perforar su techo y ganar en segunda vuelta. Daniel Noboa pedalea confiado en que sus dos aliados, el voto juvenil y el voto anticorrea, le darán la victoria en la segunda vuelta.
Van los punteros con su campaña anticipada sin que los ciegos del Consejo Electoral vean nada, van echando combustible a la polarización que les beneficia a ambos, y van regresando a ver que ninguno del pelotón se desprenda y se convierta en el temible tercero en la competencia.
Los dos primeros partieron con ventaja porque ya fueron finalistas en la carrera anterior, son los que cuentan con financiamiento para tres vueltas electorales y son los únicos que tienen confianza en los árbitros. Su capacidad para superar todos los obstáculos es inverosímil.
El correísmo ha superado el mal recuerdo de su gobierno, el desgaste de la corrupción, la contaminación de los condenados en Estados Unidos, la humillación de las visas, los desafueros verbales de su caudillo, la vergüenza de sus asambleístas y la amistad con viles dictadores.
El partido de gobierno ha logrado esquivar hasta ahora la violencia, el desempleo, la migración, los apagones, las torpezas y el despliegue de autoritarismo en el acoso a la vicepresidente, la descalificación de un candidato, la imposición de una ley rechazada por la legislatura y el maltrato a su exministra de Energía. A pesar de todo, sigue siendo el favorito.
A los candidatos del pelotón solo les queda un mes de campaña y no bastará con atacar al candidato presidente en cargamontón. No tienen capacidad para crear un escándalo que altere la modorra general. No serán capaces de juntar tres candidatos de derecha en uno solo y proponer el proyecto económico y político que necesita el país y que no tienen los favoritos.
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