Desde hace mucho tiempo, cada fin de año hago un balance de mis asuntos íntimos aparte de los de ley, y esta vez confieso públicamente que termino muy endeudado, y no por los “chimbilines” o vil metal, sino en otros rubros a los que con estas letras pienso abonarles algo, aunque estoy seguro que no quedarán saldadas totalmente dichas cuentas.
Es que este año arribé a donde luego de mi intensa vida nunca pensé llegar, a mis 80 años de existencia, en los que se han acumulado los aciertos y errores de mi vida. Fue así que, luego de un rutinario chequeo de salud, éste me llevó al borde de la sepultura, desde donde me rescató quirúrgicamente la ciencia médica, que en esta ciudad-puerto-balneario que ahora es Manta al igual que en otras ciudades manabitas, se ha posicionado en óptimos niveles por medio del esfuerzo profesional de médicos y empresarios, que muchos de ellos se han especializado en el extranjero para brindar sus servicios a esta comunidad.
Personalmente, un gran abono de gratitud hago a la dirigencia administrativa y médica del hospital perteneciente al controvertido IESS, el que me derivó a la Clínica del Sol, siendo en ambos y en todos sus aspectos tremendamente superlativos sus servicios, de los que destaco nítidamente la emergente cirugía prostática a cargo del especialista urólogo Dr. Damián Montes y su equipo, a quienes, principalmente, les debo el que ahora esté escribiendo este público abono con mi agradecimiento y admiración. Pero para llegar a este punto se agrandó inmensamente mi deuda con mi círculo familiar más íntimo, ya que ellos hicieron todos sus esfuerzos, conexiones e inversiones para lograr los buenos resultados de los que ahora me beneficio.
A más de lo señalado, hoy algo abono a la deuda que tengo con este medio virtual “Ecuador en Vivo” el que hace algunos años me invitó a ser parte de sus destacados articulistas, permitiéndome casi semanalmente tener la generosa audiencia, a la que trasmito mis ideas que considero son un modesto pero sincero aporte a la sociedad que nos acoge.
Doy también mis abonos de agradecimiento, a más de los comprometidos, pero reconociendo una deuda inmensa por su confianza, a quienes siendo proveedores confiaron sus bienes y otros sus recursos de financiamiento al empresarial quehacer diario del que somos parte desde hace mucho tiempo; lo mismo, le hago extensivo al eficiente equipo humano que labora con este servidor, amigo, y compañero en el trabajo diario.
Aunque debí haber comenzado con este abono de mis deudas, muy especialmente ahora lo hago con la Providencia divina, que es la que me permite existir para pensar, y de una u otra forma tratar de ser útil en todo lo posible a todos mis congéneres, comenzando con quienes me rodean.
Por fin, a estas alturas de la vida y en esta etapa, por mucho esfuerzo que haga en agradecer por todo lo que he recibido de la Providencia, de la madre naturaleza y de la humanidad, mi conclusión es que simplemente algún día moriré y más endeudado, pese a los muchos abonos de gratitud que haga, como los que contienen las letras de esta expresión final: ¡Muchas e inmensas gracias a todos!
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