Esta semana, el debate en redes sociales se centró en el evento Quitofest. Mientras los concejales de oposición se agrupan bajo la idea de que el tipo de arte mostrado en el festival debe ser prohibido, Pabel Muñoz ha defendido que el arte y la cultura no deben ser objeto de censura.
No puedo refutar el argumento del Alcalde, ya que disfruto mucho repetir los videos de Carlos Michelena, quien con gran habilidad y un estilo popular, critica a los gobiernos de turno en sus presentaciones. También recuerdo a Jaime Guevara y, al investigar sobre la agrupación Mugre Sur, me encuentro con que el arte urbano que representan tiene un mensaje claro: romper el sistema. Esto se refleja incluso en sus trabajos del 2015, un período en el que un delincuente sentenciado era nuestro presidente. Dejo el enlace abajo para que puedan comprobar lo que menciono.
Entonces, la pregunta es: ¿quién promovió una presentación, en pleno período electoral, sabiendo que los artistas criticarían al actual gobierno? ¿El Secretario de Cultura? ¿El mismísimo Alcalde? ¿El diablo? Es evidente que se creen muy maquiavélicos y, al parecer, esta estrategia les funciona, ya que en este momento nadie parece escapar de la “mugre” de esta polarización.
Por un lado, tenemos a ciudadanos indignados con la agrupación en cuestión; pero por otro, están los artistas urbanos independientes, que defienden la libertad de expresión artística. Son personas a las que sus hijos, mis hijos y muchos otros escuchan, y que, por la buena educación que han recibido, han tomado una postura en contra de cualquier intento de censura que atente contra la libertad, esa misma libertad que aún tenemos en redes sociales como X.
Lo que realmente debería preocuparnos es cómo el Alcalde ha logrado construir una estructura que impide cualquier tipo de fiscalización sobre los funcionarios públicos de las secretarías.
Hasta el momento, se ha puesto en evidencia la escasa o nula capacidad de los concejales para censurar a los funcionarios municipales que actúan con poca ética o no cumplen con sus responsabilidades.
Y lo que pocos se han cuestionado es, ¿por qué, si el Quitofest utiliza recursos públicos es organizado por un privado – la Fundación Música Joven, con el apoyo del Municipio de Quito, lo más lógico sería que esa producción pueda entrar a un concurso para que artistas y otros productores participen en la organización del evento. Tal vez ya sea hora de que el Quitofest se convierta en un evento verdaderamente libre, sin la influencia de articuladores políticos que trabajan con dinero público.
Les dejo el enlace de cuando Mugre Sur invitaba a revelarse en el 2015.
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