Rusia ha aprobado una ley que prohíbe a las mujeres expresar su decisión de no tener hijos, como parte de un plan para fomentar la natalidad. Esta medida, respaldada por el presidente Vladímir Putin, establece multas económicas y otras sanciones que han generado una ola de críticas por su impacto en las libertades individuales.
La normativa contempla multas de hasta 4.000 euros para quienes expresen ideas contrarias a la maternidad y 50.000 euros para empresas que promuevan contenido que rechace tener hijos. Además, impone la deportación de mujeres extranjeras que incurran en estas acciones.
El alcance de la ley es amplio: incluye conversaciones informales y productos culturales, excepto en casos médicos, religiosos o violaciones. También censura anuncios publicitarios, libros y películas que no promuevan la maternidad.
“Defensa de los valores tradicionales”
Putin argumentó que esta medida busca proteger los valores tradicionales y revertir la disminución de familias numerosas en Rusia. En sus palabras, el rechazo a la maternidad representa una amenaza a la estructura social y cultural del país.
La ley también incluye una prohibición a la adopción de niños rusos por parte de ciudadanos de países que permiten la transición de género, consolidando la postura conservadora del gobierno en temas de familia y género.
La normativa ha sido señalada por limitar la libertad de expresión y coartar derechos fundamentales, especialmente de las mujeres. Organismos internacionales y defensores de derechos humanos han denunciado su impacto en la vida cotidiana y en el acceso a información.
Expertos advierten que estas medidas podrían tener el efecto contrario al deseado, al crear un entorno de control y sanción, en lugar de fomentar un ambiente propicio para la maternidad.
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