En la política ecuatoriana el ¨borra y va de nuevo¨ es una regla de conducta y de ejercicio partidista de políticos marulleros, mediocres y cínicos que han buscado la función pública para enriquecerse a costa del erario nacional. No son todos y siempre hay excepciones. Y hay algunos políticos o sin trayectoria política inteligentes y con ideas positivas, sin ningún pasado oprobioso, que con el buen ánimo de querer hacer algo por el país, se han inscrito en organizaciones políticas de las que han tenido que separarse desilusionados por ver que esas agrupaciones no eran lo que habían pensado. Es verdad también, que algunas organizaciones políticas, bajo el liderazgo de personalidades honestas, se han constituido como movimientos y partidos políticos con postulados serios y que, frente a los obstáculos y trabas que los mafiosos politiqueros les pusieron tuvieron que desintegrarse. Dentro de este escenario nacional, la idea de que un escándalo de corrupción tapa a otro anterior, también es otra regla que saben y manejan muy bien estos “políticos?”. Esta se conoce como “estrategia de distracción” o “estrategia de desvío de atención” y es la que les permite hacer posible ese “borra y va de nuevo”. Cuáles son los efectos de estas reglas aconsejadas por marquetineros y politólogos pillastres que fungen de asesores de estos políticos mafiosos?. Hay muchísimos efectos, pero sólo vamos a anotar unos pocos, que dentro de la teoría y la práctica de esta desvergonzada forma de actuar, se conocen como importantes y que lo hemos podido comprobar en la política de nuestro país en estos últimos sesenta años:Un nuevo escándalo de corrupción de hecho distrae la atención de la opinión pública y de los medios de comunicación, lo que puede hacer que se olvide o se minimice el escándalo anterior. También ese nuevo escándalo de corrupción puede propiciar el desvío de la atención y acción de las autoridades investigadoras del escándalo anterior y de los medios de comunicación en su accionar informativo, lo que puede hacer que se deje a un lado la investigación de dicho escándalo anterior o que los delincuentes de corbata cuenten con tiempo para sobornar a los togados de la administración de justicia y conseguir salvar o por lo menos proteger a sus “militantes”. También un nuevo escándalo de corrupción puede ser utilizado para mantener el statu quo y evitar que se realicen cambios significativos en la política o en la sociedad acostumbrándola a mirar estos hechos como si fueran normales o con total indiferencia. Y, claro, también contribuye a esto, el hecho de que nosotros los ciudadanos no nos organizamos para exigir transparencia y rendición de cuentas sobre el escándalo producido por el hecho corrupto y, principalmente, no les exigimos a las autoridades competentes para que actúen, investiguen, sancionen y no dejen que prevalezca la impunidad y que el escándalo siguiente no tape el anterior. Por lo señalado, es importante que la sociedad y los medios de comunicación no caigan en estas formas de disuasión de la memoria colectiva y que se esfuercen por conminar a las autoridades de todo nivel, permanentemente, a la observancia de la transparencia y la rendición de cuentas en la política y en el ejercicio de la función pública o del empleo privado.
Por cierto que con la política sucia del “borra y va de nuevo” también algunos políticos o grupos políticos intentar borrar o minimizar los escándalos del pasado, y luego presentarse como si nada hubiera sucedido; como si se tratara de que ellos han tenido históricamente una actitud pulcra e incólume que les da el derecho de recriminar a los que en el presente ejercen la responsabilidad de arreglar los problemas graves del pais. Si revisamos la historia ecuatoriana, estos pasajes se repiten, cada vez, con medios más sofisticados y discursos banales ofrecidos para la ocasión. Acaso podemos olvidar a “los patriarcas de la componenda” que a lo largo de la historia republicana y hasta la presente fecha, se han venido repitiendo con distintos nombres y apellidos?
Los ciudadanos hemos visto y seguimos viendo, en estos últimos veinticuatro años, cómo los capos de partidos y grupos políticos “bien representados” con sus respectivos voceros, en el ex Congreso Nacional y en la Asamblea Nacional, en sus partidos y movimientos políticos y en los organismos en los que están enquistados desde hace años, a cada momento critican acerbamente a los que están en el gobierno de turno, como si ellos no fueran responsables de la debacle nacional, de la corrupción fuerte y sostenida que se ha venido dando, de la judicialización y persecución política a través de la administración de justicia; del manejo desacertado de la economía del país enarbolando la bandera del soborno a los cuatro vientos, de mantener un sistema educativo obsoleto con maestros mal pagados y alejados de la actualización de conocimientos y de la investigación; de la estructuración de un sistema de salud que da vergüenza y del saqueo permanente del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Sólo para señalar unos pocos aspectos. Son responsables y no pueden, por mucho que lo intenten, desaparecer de la memoria social.
La relación entre esta política sucia y la estrategia de distracción o desvío de atención que mencioné anteriormente es muy estrecha. A continuación, expreso algunas razones por las que esto puede ocurrir: a) Intento de borrar la memoria colectiva: La política sucia del “borra y va de nuevo” intenta borrar de la memoria colectiva los escándalos del pasado, y la estrategia de distracción o desvío de atención es utilizada para lograr este objetivo. b) Desvío de la atención de la ciudadanía: La estrategia de distracción o desvío de atención es utilizada para disuadir la atención de la opinión pública y de los medios de comunicación, y hacer que se olvide o se minimicen los escándalos y denuncias de corrupción del pasado en el que han sido protagonistas. c) Presentarse como víctimas: La política sucia del “borra y va de nuevo” puede incluir la reinvención de la imagen pública de los políticos o grupos políticos involucrados e inclusive de los sentenciados por la justicia o de los prófugos, presentándose o presentándolos como víctimas de la situación o como perseguidos políticos y no como responsables de los escándalos y actos de corrupción del pasado. En resumen, la política sucia del “borra y va de nuevo” y la estrategia de distracción o desvío de atención están estrechamente relacionadas, ya que ambas buscan evitar la responsabilidad y la rendición de cuentas por los escándalos del pasado así como manejar los juicios penales, con maniobras dilatorias o leguleyadas como presentar cien testigos falsos o comprados a fin de que prescriban las acciones penales.
En todo caso, la realidad es que la situación actual de Ecuador es el resultado de una serie de factores y decisiones tomadas a lo largo de los años. La corrupción, la ineficiencia y la falta de planificación a largo plazo han contribuido a la crisis actual.
Creo que, sin olvidar a todos esos “políticos de cuello blanco” que nos han llevado a un Estado tomado por mafias de todo tipo, es necesario y productivo analizar las políticas y decisiones específicas que han llevado a la situación actual para adoptar los correctivos pertinentes. También es importante reconocer que la ciudadanía tiene un papel activo que desempeñar en la construcción de una sociedad más justa y equitativa y de que todos nosotros tenemos un grado de responsabilidad, porque somos los que elegimos a nuestros “mandatarios”, aunque sea votando “por los menos peores”.
En este sentido, la participación ciudadana y la ciudadanía activa son fundamentales para conseguir cambios y mejorar la situación del país. Los ciudadanos podemos exigir, debemos exigir, en todo momento, a los elegidos que rindan cuentas y que trabajen en beneficio de la población. El artículo 95 de la Constitución de la República y los artículos 1, 2, 3 y 4 de la Ley Orgánica de Participación Ciudadana nos amparan jurídicamente para esto.
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