Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron tres hermanas que alzaron su voz de protesta durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, entre 1930 y 1961. La historia deja huellas profundas de lo que significó ese régimen militar, con cifras que rondan las 50.000 personas asesinadas, incluyendo a la población vecina de Haití. A estas valientes hermanas se las conocía como las Mariposas Mirabal. Su voz e ideas firmes fueron sus herramientas para cuestionar el poder. Ellas fueron asesinadas por la dictadura que finalmente cayó, y hoy el mundo las recuerda como un símbolo de libertad, mientras condena al tirano.
En memoria de las hermanas Mirabal y su lucha por un futuro mejor, se conmemora cada 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, una fecha instaurada por las Naciones Unidas en 1999. A partir de ese día, se desarrollan 16 días de activismo para poner fin a la violencia, culminando el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. No es casualidad que estas fechas tan representativas estén juntas. La historia da testimonio del camino recorrido por miles de mujeres y hombres en todo el mundo, abriendo paso a nuestros derechos. Este ha sido siempre el mismo camino: la lucha por la reivindicación de los derechos humanos, la democracia y la libertad.
El legado de las Mariposas Mirabal nos inspira a no guardar silencio cómplice frente al abuso del poder, venga de donde venga, y sin importar el color que lo represente: azul, rojo, sus combinaciones, matices y lo que cada color significa en la política. Las hermanas Mirabal murieron enfrentándose a una dictadura, una de las más crueles de América Latina. No fueron un florero de adorno para el poder de turno que solapaba abusos.
Nosotras, las mujeres nacidas en los años 90, somos la primera generación que creció con leyes que reconocen y garantizan el derecho a una vida libre de violencia. Este derecho abarca los ámbitos público y privado: el hogar, la escuela, el trabajo, la política y la esfera digital. Honrar ese legado es un mandato ineludible, por todas aquellas mujeres que dieron su vida por mejores días para sus hijas y nietas.
Y nosotras, que hoy tenemos chats en WhatsApp con esas hijas, nuestras madres. No olvidemos de dónde y cómo se conquistó cada derecho y sigamos construyendo equidad por las que nos siguen…
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