Por primera vez desde el inicio de la invasión en 2022, Rusia utilizó un misil balístico intercontinental en un ataque contra Ucrania.
Según el ejército ucraniano, el proyectil, identificado como un RS-26 Rubezh, fue disparado desde la región rusa de Astracán y alcanzó la ciudad de Dnipro, ubicada en el centro-este del país.
Este misil, capaz de recorrer 5.800 km y transportar ojivas nucleares de hasta 800 kg, no estaba armado con carga nuclear, según fuentes de la fuerza aérea ucraniana.
No obstante, el impacto causó daños significativos en instalaciones industriales, aunque no se reportaron víctimas inicialmente.
El ataque incluyó además un misil hipersónico Kh-47M2 Kinzhal y siete misiles de crucero Kh-101. Si bien las defensas antiaéreas de Ucrania lograron interceptar seis de los misiles de crucero, no pudieron detener ni el RS-26 ni el Kinzhal, considerados entre los más avanzados del arsenal ruso.
Escalada diplomática y tensiones nucleares
El lanzamiento se produce en medio de un clima de alta tensión diplomática, luego del cierre de embajadas en Kiev por parte de Estados Unidos, España, Italia y Grecia, ante temores de un ataque masivo ruso.
Desde el Kremlin, el portavoz Dmitri Peskov evitó confirmar el uso del misil balístico, pero insistió en que Rusia busca prevenir un conflicto nuclear.
Sin embargo, también responsabilizó a Occidente, y especialmente a Estados Unidos, de “alimentar el conflicto” tras autorizar a Ucrania el uso de misiles de largo alcance contra objetivos rusos.
Mientras tanto, Ucrania ha intensificado su ofensiva, utilizando misiles Storm Shadow británicos contra territorio ruso, en lo que Rusia considera una “nueva escalada” en el conflicto.
El uso de un arma de largo alcance como el RS-26 subraya el nivel de agresividad alcanzado en este enfrentamiento, mientras el mundo observa con creciente preocupación la posibilidad de un conflicto aún más devastador.
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