EDITORIAL |El actual inquilino de Carondelet representa una amenaza para la democracia, el Estado de derecho y las libertades fundamentales.
Hace un año, nadie imaginaba este desenlace. Durante el debate presidencial dejó una gran impresión: su tono pausado, su empatía y su formación en prestigiosas universidades internacionales le otorgaban credibilidad. Sin embargo, en menos de un año, ha pasado de ese perfil prometedor a ser un aprendiz de autócrata.
Gobierna con una mezcla de odio, soberbia y un autoritarismo que parece no tener límites.
Todo comenzó con la intervención en el negocio de comida en las cárceles. Luego, clausuró un negocio privado vinculado al Alcalde de Guayaquil. A la Vicepresidente de la República, no le perdona sus pecados. Cuando Jan Topic intentó enfrentarlo en las urnas, truncó su camino electoral apoyándose en jueces serviles. Ahora, ha puesto su mirada en el negocio del cable submarino. Todo por una revancha política. ¿Quién será el siguiente?
En un nuevo acto de imposición, ha ordenado estatizar el cable submarino que provee de Internet al país, ignorando las implicaciones para millones de usuarios que dependen de la conectividad.
En su carrera desenfrenada por perpetuarse en el poder, no parece dispuesto a dejar títere con cabeza.
Mientras tanto, el país enfrenta una realidad desoladora: déficit fiscal galopante, ausencia de seguridad jurídica, una política exterior a la deriva y organizaciones criminales usando la contratación pública para lavar dinero. En este contexto de caos, los apagones parecen un mal menor.
Pero ese no es el punto de fondo. Ayer tuvimos que defender la dolarización de un presidente que la detestaba; hoy nos toca protegerla de otro mandatario con ínfulas de autócrata que podría destruirla con su mal gobierno. ¡Ese es el punto!
El autor de este artículo es quien realmente hace lo que critica. Defiende a uno de los dueños del país por atacar a otro dueño. Falta de sindéresis
La empresa del cable submarino tiene pautas en esta página, será por eso la defensa.
En una coyuntura tan compleja como la que atraviesa el país, es fundamental que los medios de comunicación y los editoriales asuman su rol con rigor y objetividad. La opinión pública merece un análisis que no solo cuestione, sino que también construya, aportando elementos que permitan a los ciudadanos formar un criterio informado sobre la gestión pública y los desafíos nacionales. En lugar de alimentar divisiones o agendas particulares, la prensa debería aspirar a ser un puente hacia un debate más profundo y constructivo, que beneficie a la sociedad en su conjunto.
Este articulo denominado “La revancha del autócrata” ES UNA VERGUENZA
De acuerdo, estas opiniones del editorialista me suenan, ellas si, como puestas por un odiador, por una mente sesgada y servil a los otros… el periodismo debe ocupar el sendero dificil de la verdad y del equilibrio.
Atacan al actual presidente con odio irracional