El 2024, sin duda, será recordado como uno de los peores años en la historia del Ecuador. A lo últimamente habitual, una altísima inseguridad, un desempleo alarmante, pobreza y malos servicios públicos, se sumó un histórico déficit eléctrico que, por lo pronto, le deja al país cerca de 8.000 millones de dólares en pérdidas en el sector productivo y comercial, según los gremios empresariales.
Y, más allá de las infaltables justificaciones de las autoridades de turno, lo cierto es que, otro año más, la sociedad ecuatoriana vio cómo su calidad de vida cayó en picada y cómo la ola migratoria no hace más que crecer sin control (como en 1999 en el feriado bancario).
Por otro lado, ya no son mayoría los ciudadanos que anhelan quedarse en el país; según una encuesta de fines del 2023 de la Organización Internacional de las Migraciones de Naciones Unidas (OIM), el 63% de los connacionales desea abandonar la nación.
Casi la totalidad de ecuatorianos, este 2024, terminará más empobrecido con respecto a los años anteriores.
Y las cifras no nos dejan mentir: debido a la incapacidad del estado para garantizar un servicio de electricidad permanente y la exigua inversión en obra pública, la economía nacional no crecerá en este año y hasta puede decrecer. El consumo de los hogares también va en picada.
Este año, el desempleo fue grave junto con la pobreza y pobreza extrema, especialmente, en la ruralidad (67% sumados los dos indicadores). Obviamente, la migración tampoco bajó.
Con estos antecedentes, el Fondo Monetario Internacional vaticina que en el 2025, Ecuador crecerá en su economía apenas un punto, lo que significa que la agresiva crisis socioeconómica continuará 12 meses más.
Sin embargo, contra toda tendencia, opinamos que el próximo año también puede ser un tiempo de un renacer, ya que en el 2024, de muchas formas, topamos fondo.
En este aspecto creemos que el Ecuador 2025 puede ser diferente, si:
1. El gobierno en funciones y el próximo ejecutan las medidas esenciales, desde el primer día, para evitar otra catástrofe energética, totalmente previsible, desde hace más de cinco décadas.
2. El estado se compromete a priorizar la inversión pública para reactivar la economía, incrementando la demanda de productos y servicios en el sector privado. Eso implica olvidarse de esas ejecuciones presupuestarias pobres de los últimos dos gobiernos (incluido el actual).
A septiembre del 2024, el gasto del Programa Anual de Inversiones solo registraba un 33% de ejecución (705 millones de 2.126 millones presupuestados). Lo mismo ocurre en la mayoría de los ministerios del ejecutivo.
3. El gobierno sella un gran acuerdo por la inversión y el empleo entre el sector público y privado.
4. Si actual régimen y el próximo se empeñan, en serio, en incrementar la producción petrolera, que pasa por su peor crisis en 50 años. En el 2014, el país generaba 556.000 barriles diarios y en el 2024 un poco más de 460.00 barriles.
5. Finalmente, hay que hacer un ejercicio efectivo para bajar el peso de la deuda externa.
No lo duden, el 2025 puede ser mejor.
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