Siempre he evitado los productos de limpieza comerciales. Me inquieta el impacto que tienen en mi salud y en el medio ambiente.
Por eso, a menudo recurro al agua del grifo y un simple papel de cocina para mantener mi casa limpia. Sin embargo, un día, mi editor en la BBC me desafió a probar un producto de toda la vida: el bicarbonato de sodio.
Decidí investigar si este polvo básico podría ser una alternativa ecológica, económica y efectiva a los limpiadores tradicionales.
El bicarbonato de sodio, conocido por su versatilidad en la cocina y como remedio casero, también ha ganado popularidad como limpiador doméstico.
¿Realmente puede reemplazar los productos comerciales sin dañar nuestro entorno ni nuestra salud? Para averiguarlo, me dirigí al supermercado y compré varias versiones de este polvo.
Luego, contacté a expertos en química para entender cómo funciona.
Según Nathan Kilah, profesor de química en la Universidad de Tasmania, el bicarbonato tiene propiedades químicas que lo hacen útil en la limpieza.
Al ser una base, su alta alcalinidad le permite modificar la composición de la suciedad, eliminando el hidrógeno de ciertos materiales.
Además, su abrasividad suave ayuda a desprender partículas persistentes de las superficies. Sin embargo, Kilah advierte que no es adecuado para limpiar ciertos materiales, como la cal, que también es alcalina.
En mis primeros experimentos, apliqué bicarbonato con agua sobre un cojín manchado. La mancha desapareció, pero quedó un anillo blanco de polvo.
El químico Dario Bressanini, de la Universidad de Insubria, explica que esto se debe a que el bicarbonato es alcalino, lo que a veces puede dejar residuos visibles.
También lo probé en tazas manchadas con té, pero los resultados fueron limitados.
Bressanini critica la moda de mezclar bicarbonato con vinagre para limpiar, ya que estas dos sustancias se neutralizan mutuamente sin producir efectos significativos.
El bicarbonato tiene ciertos usos, como combatir malos olores, pero no es un limpiador completo. Para la grasa, por ejemplo, es necesario un tensioactivo, como los que se encuentran en el jabón y detergentes, que reduce la tensión superficial entre el agua y las partículas de grasa.
Intenté limpiar el lavabo del baño con bicarbonato y agua hirviendo, lo que provocó una ligera efervescencia. Sin embargo, el desagüe siguió igual.
Mientras tanto, el bicarbonato no es capaz de absorber la suciedad de manera eficiente como los detergentes convencionales.
Aunque el bicarbonato no es peligroso, tanto Kilah como Bressanini coinciden en que, en comparación con los limpiadores comerciales, tiene limitaciones.
Los productos de supermercado, aunque usan principios químicos similares, están diseñados para descomponer la grasa y mejorar la acción de limpieza.
Además, el bicarbonato no se produce de manera natural y su fabricación puede generar un impacto ambiental considerable.
Sin embargo, Kilah destaca que, si se considera todo el ciclo de vida de los productos de limpieza, el bicarbonato es menos dañino que los limpiadores líquidos convencionales, que suelen venir en envases difíciles de reciclar.
Los productos químicos sintéticos, como los COV y los Pfas, presentes en muchos limpiadores comerciales, son perjudiciales tanto para el medio ambiente como para la salud humana.
Finalmente, mientras que el bicarbonato puede ser útil en algunas circunstancias, no es la solución definitiva. La limpieza es un proceso complejo y multifacético, que no se puede reducir a una sola sustancia.
Por ahora, me doy cuenta de que limpiar con bicarbonato tiene su lugar, pero en una escala mucho más modesta de lo que imaginaba.
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