La selección de Marco Rubio como el próximo secretario de Estado de EE.UU. bajo el gobierno de Donald Trump ha despertado inquietudes y especulaciones sobre su política exterior hacia América Latina, una región donde ha cultivado una reputación como un duro crítico de los gobiernos de izquierda y ha favorecido una postura “halcón” hacia países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Rubio ha sido un firme opositor de los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela, Miguel Díaz-Canel en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua, a quienes ha tildado de dictaduras y regímenes criminales.
Su retórica, que ha llamado a Venezuela una “narco-dictadura” y a Cuba un “enemigo de EE. UU.”, ha dejado claro su enfoque agresivo hacia estos países.
Desde su llegada al Senado en 2011, ha impulsado políticas como sanciones económicas y aislacionismo diplomático hacia estos regímenes.
Una mayor atención a América Latina, pero ¿a qué costo?
Rubio, de ascendencia cubana, es un latino bilingüe que ha defendido la política estadounidense en la región, pero algunos analistas sostienen que su nombramiento no necesariamente resultará en una mayor atención a América Latina.
Según Alan McPherson, experto en relaciones de Washington con la región, es más probable que la presencia de Rubio en el gabinete se deba a su enfoque **dura sobre temas como *China* e Irán que a un real impulso hacia América Latina.
Sin embargo, otros expertos sugieren que su nombramiento podría intensificar la presión hacia los regímenes de izquierda en el continente. Cynthia Arnson, del Wilson Center, anticipa a BBC Mundo que el gobierno de Trump podría volver a imponer sanciones petroleras contra Venezuela y explorar medidas más estrictas contra Nicaragua, como la posible expulsión del país del Tratado de Libre Comercio de América Central (CAFTA), lo que tendría repercusiones para la economía nicaragüense y sus relaciones con otros países de la región.
Enfrentamientos con gobiernos de izquierda
Rubio ha utilizado su plataforma para criticar a varios mandatarios latinoamericanos, incluyendo al presidente de Colombia, Gustavo Petro, a quien tachó de “simpatizante terrorista”, y al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al que acusó de ser un “apologista de la tiranía”.
Estas posturas, que podrían intensificar tensiones diplomáticas con países de la región, pueden poner a EE. UU. en una posición difícil con aliados tradicionales si se repiten en el cargo de secretario de Estado.
Posibles aliados en la región: la derecha latinoamericana
Por otro lado, Rubio ha expresado su apoyo a gobiernos de derecha en América Latina, como el de Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador y el presidente de Paraguay, Santiago Peña.
También ha apoyado al presidente de Ecuador, Daniel Noboa, especialmente en su enfoque de seguridad.
En este sentido, es probable que Rubio busque fortalecer relaciones bilaterales con gobiernos de derecha o centroderecha, buscando contrarrestar la influencia de China en la región, un tema que ha sido una de sus principales prioridades.
¿Qué podemos esperar?
En resumen, el nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado probablemente signifique un incremento de la presión diplomática sobre los gobiernos de izquierda en América Latina, con un enfoque más diplomático hacia los aliados de derecha y un endurecimiento de las políticas hacia los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
A medida que se acerque la confirmación de Rubio en el Senado, la política exterior de EE. UU. en América Latina podría ver cambios significativos, lo que afectará las relaciones con una región marcada por desafíos económicos y sociales complejos.
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