El bloque BRICS, -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- se erige como un contrapeso a la hegemonía occidental, junto a otras naciones que lo orbitarán. A través del Nuevo Banco de Desarrollo y la ambiciosa Nueva Ruta de la Seda, se nos presenta la ilusión de un orden financiero más justo. Sin embargo, la realidad plantea interrogantes inquietantes: ¿Es esto una genuina colaboración, o un simple reacomodo de potencias que buscan expandir su influencia?
China, con un régimen de partido único que limita libertades y silencia disidencias, no actúa como defensor de la paz. Su expansión económica se complementa con una poderosa fuerza naval y una creciente red de bases militares, incluida la de Yibuti, inaugurada en 2017, entre otras en el Mar de China Meridional. Aunque no comparables con las de Estados Unidos, su estrategia está diseñada para consolidar su influencia global y fomentar la dependencia económica de los países en desarrollo. Esta “cooperación” puede parecer un gesto amistoso, pero en realidad se asemeja a un enfoque imperialista encubierto.
En cuanto a Putin, ¿realmente busca un nuevo orden mundial, o los BRICS son su estrategia para proteger regímenes autocráticos, matizado con la presencia de Brasil y Sudáfrica, y eludir sanciones occidentales? Su agenda geopolítica parece más centrada en sus intereses que en promover un cambio positivo a escala global.
Por su parte, en las democracias occidentales, con todas sus imperfecciones, existe una libertad que permite disentir y exigir sin el temor de represalias mortales, pero esa misma “libertad” ha servido de pretexto para intervenciones que priorizan intereses estratégicos sobre la autonomía de las naciones intervenidas.
Frente a esta realidad, el Movimiento de los No Alineados nos recuerda que, alinearse con cualquiera de estos bloques podría ser igualmente contraproducente. En un tablero global en constante transformación, ¿no sería más sensato buscar una tercera vía que permita mayor independencia, en lugar de sucumbir ante nuevas formas de imperialismo?
La cuestión no es si los BRICS pueden desafiar a Occidente, sino si alguna vez podremos escapar de esta lógica de dominación entre potencias. El Nuevo Banco de Desarrollo, lejos de representar un cambio auténtico, podría terminar siendo solo otro mecanismo que perpetúe la misma dinámica de dominación, ahora en manos de actores cuyo autoritarismo deja poco espacio para la quimera de un orden más justo.
Entre las bombas y las entelequias
Por Heidi Galindo
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