Evo Morales solicitó este viernes a sus seguidores una “suspensión temporal” de los bloqueos a cuarteles militares y carreteras en el Chapare, región cocalera donde el expresidente boliviano resiste una orden de detención por presunto abuso de menores.

Morales, quien además inició una huelga de hambre, busca desescalar la tensión en la zona mientras insta a su antiguo aliado y ahora rival, el presidente Luis Arce, a abrir mesas de diálogo internacional sobre el “rumbo económico y político” de Bolivia.

Desde hace 19 días, la región del Chapare ha sido escenario de intensos bloqueos y enfrentamientos entre campesinos y fuerzas del Estado, con episodios de toma de cuarteles y retención de militares.

La tensión escaló cuando el 27 de octubre el vehículo de Morales fue blanco de disparos en un intento policial de arrestarlo. Sus seguidores acusan al Gobierno de intentar matarlo, exigiendo que cese la persecución judicial contra él y que se le permita participar en las elecciones de 2025.

Las Fuerzas Armadas bolivianas han advertido sobre los “riesgos” de estas tomas militares en el trópico de Cochabamba, y han solicitado al Gobierno una solución pacífica.

Este viernes, en Villa Tunari, campesinos y militares lograron un acuerdo de no agresión, con los manifestantes comprometiéndose a no tomar las armas y los soldados a no intervenir en contra de la población.

Otros pactos similares se han replicado en distintas unidades militares de la zona, donde los efectivos han evacuado a sus familias como medida de precaución.

Arce, quien hasta ahora ha evitado un enfrentamiento directo, advirtió previamente sobre el uso de “atribuciones constitucionales” para desbloquear las carreteras, lo que podría implicar el uso de fuerzas militares. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su preocupación y pidió que las partes busquen resolver sus diferencias de manera pacífica, respetando los derechos humanos.

El trasfondo de esta pugna es una fractura en el Movimiento al Socialismo (MAS), partido en el poder, con Morales y Arce disputando el liderazgo de la izquierda boliviana. Morales enfrenta acusaciones de tener una hija con una adolescente de 15 años en 2016, cuando era presidente, y de otorgar cargos públicos a la madre de la joven. Aunque el caso se conoció en 2019, no fue investigado hasta la ruptura entre Morales y Arce, en medio de su rivalidad política.