No sé si se han dado cuenta, pero este octubre del 2024, finalmente, colapsamos como país; nos derrumbamos como proyecto nacional que buscaba mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos, tras las galopantes crisis del feriado bancario, del año 2000, y la reciente pandemia del Covid.
Ahora somos como un estado fallido en el que nadie quiere quedarse, ni un minuto, por la asfixia que genera la impresionante falta de empleo, la delincuencia, los secuestros, el narcotráfico, migración, pobreza, falta de servicios públicos de calidad y, ahora, la restricción prolongada de los servicios más básicos.
Sí… colapsamos como país y seguiremos así, no sé hasta cuándo.
Pero en medio de todos los caos, no sé si se han dado cuenta, que la respuesta de la clase política de turno casi siempre es la curiosa frase: “esto que vivimos es lamentable, pero no es mi culpa; es herencia de otros gobiernos”. Y, justamente, la dicen cuando estos políticos permanecen estancados, sin poder resolver algún problema en la sociedad.
Casi todos los mandatarios han repetido esta muletilla desde el 2000 y yo sostengo que, con esta excusa, se ha justificado la permanente degradación de la calidad de vida, que hemos vivido los ecuatorianos.
Pero esto, que es evidente, no es lo que más me preocupa; lo más grave que es que al escuchar esta afirmación existen ciudadanos que aceptan estos argumentos desde los políticos y así les disculpan, públicamente, sus atrocidades de turno.
Es más, creo que gran parte de nuestras desgracias se originan, también, en que somos una nación que no es exigente con sus autoridades democráticas.
Somos un Ecuador que casi no se organiza para dar seguimiento a la calidad de la gestión de sus gobernantes. Que deja en la misma clase política voraz, la tarea de auditar sus acciones.
Tras la galopante crisis que vivimos, hoy, tenemos que despertar y tomar cierto control por nuestra nación y ser un contrapeso democrático a los gobiernos.
Debemos crear muchos más observatorios ciudadanos que trabajen como veedores de lo que hacen los políticos. Miren el ejemplo de la histórica Comisión Anticorrupción del Ecuador.
La ciudadanía debe organizarse, no para protestar en las calles al estilo de la Conaie, sino para que el poder sienta que existen ecuatorianos informados, especializados y preocupados, por la forma en la funciona el estado.
Debemos preocuparnos más por los recursos que generamos y le entregamos al estado y no dejar la fiscalización a las mismas entidades públicas, que auditarán todo con intereses.
No más indiferencia. Debemos ser exigentes con nuestras autoridades. Si esto no pasa: regrese a ver lo que vive hoy en Ecuador y ya verá el resultado.
0 comentarios