Dos grandes pérdidas

Oct 28, 2024

Por Alberto Dahik

En las últimas semanas Guayaquil y el Ecuador perdieron a dos grandes valores: el Dr. Jorge Zavala Egas y doña Joyce Higgins de Ginatta.

Jorge Zavala Egas, Yoyo para quienes lo tratábamos más cercanamente, fue una de las mentes más brillantes del foro ecuatoriano. Pero por encima de esa brillantez estaba la erudición de una vocación de estudio, lectura y reflexión sobre el derecho, pasión que heredó de su padre y que cultivó con una altura insospechada.

Su conocimiento no lo guardó egoístamente. Fue un maestro consumado, transmitió con una capacidad didáctica sin par todo su conocimiento a sus discípulos, los cuales han llorado su partida.

Pero más allá de una brillantez que todo el país reconoce, quiero recalcar, por el extraordinario afecto que le tuve, su incomparable calidad humana, su solidaridad con sus amigos, y su profundo amor a su familia y a su entorno.

Yoyo fue un amigo a carta cabal, y, cuando su partido buscaba mi censura en la Asamblea, me dijo con gran afecto que todo el juicio en mi contra era una barbaridad, y personalmente me ayudó a conseguir la voluntad de legisladores que no votaran en mi contra. Esa era su calidad de amigo. En mis intervenciones en la Asamblea, en mis juicios políticos, muchos se sorprendían de mis “conocimientos jurídicos”. ¡No! Era simplemente reunirme con él y con una capacidad magistral me explicaba qué decir y cómo decirlo. Un maestro del derecho sin igual.

Joyce de Ginatta fue una luchadora insigne. Gran dirigente gremial, exitosa empresaria, madre que supo guiar a sus hijos y centro de su familia. Fue una abanderada notable de la causa de la dolarización y una persona que hasta el último día se preocupó en forma constante por los problemas del Ecuador. Su capacidad de convocatoria era enorme. Reunió en su casa en infinidad de ocasiones a personas preocupadas por el país para auscultar opiniones, para intercambiar criterios, pensando siempre en el bienestar de este país. Uno de los convocados fue muchas veces el mismo Jorge Zavala.

Joyce no descansó en la defensa de las ideas de la libertad económica, de la sensatez en el manejo de la cosa pública, del valor del emprendimiento y de la capacidad empresarial como los motores del desarrollo de un país. Convocaba a cientos de jóvenes para que participaran en seminarios donde escuchaban voces de personas con experiencia y conocimiento del Ecuador, de tal forma que esos jóvenes pudieran escuchar las realidades y las verdaderas soluciones a los problemas del Ecuador, y no el canto populista al cual el país, como tantos otros en nuestra región, fue sometido por muchos años y lo sigue siendo.

La capacidad de lucha de Joyce de Ginatta, su amor a buscar la verdad y las verdaderas causas del progreso, su dedicación a la difusión de las ideas que creía correctas, y su capacidad de convocatoria serán extrañadas y grandemente. Ella representó el potencial de la mujer ecuatoriana, y ese valor histórico de la mujer guayaquileña.

Adiós a dos grandes personajes que la vida me dio el privilegio de conocer y tratar a fondo, y a los cuales aprecié muchísimo. 



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