Las familias que habitan el Ecuador viven sus horas más oscuras e indignantes. A la ira de vivir en un país con índices humillantes de delincuencia, desempleo y pobreza, ahora se suma la tragedia de la falta de electricidad. La desesperación en su máximo nivel.
A la poca esperanza que les quedaba a los ciudadanos de librarse de los asaltos del del día, los sicariatos, las “vacunas”, la falta de ingresos y las deudas, la gravísima crisis eléctrica fue como la daga final.
Y cuando esas familias regresan a ver a sus gobernantes; los ciudadanos solo miran como el discurso oficial se sustenta en el insultante argumento: esto no es mi culpa, lo heredé de gobiernos anteriores, pero tendrán que salir perjudicados, otra vez.
Es como si las autoridades de turno pensaran que el clásico “no es mi culpa”, le sirve de algo a las familias en medio de la crisis. Como si al mencionar ese argumento, la calidad de vida de las personas mejorara automáticamente.
Analizando la más reciente génesis de esta horrible costumbre debemos decir que los gobernantes de turno están, increíblemente, acostumbrados a ella.
Domingo, 8 de noviembre del 2009. Un reporte de prensa dice que el entonces presidente, Rafael Correa, informó de cortes en el suministro de electricidad por déficit de energía y dijo que la culpa era de los anteriores gobiernos, que no invirtieron en el sector eléctrico.
Viernes, 27 de octubre del 2023. Otro reporte de prensa señala que el mandatario en funciones, Guillermo Lasso, dijo que el país vive un estiaje no visto en 50 años, que es lamentable que haya apagones y culpó a los gobiernos anteriores.
Martes, 17 de septiembre del 2024. Una noticia de conocimiento público dice que el presidente, Daniel Noboa, aseveró que los “anteriores gobiernos, nos dejaron jodidos” y que habrá apagones. Anunció, además, que el gobierno pagará las planillas de electricidad por hasta 180 kilowatts en diciembre, enero y febrero.
Y estos tres ejemplos quedan pequeños, porque el clásico, “nuestra culpa no es”, posteriormente, es repetido centenas de veces por todas autoridades subalternas al presidente de la república en sus discursos, declaraciones y entrevistas ante medios de comunicación.
Es decir, creen que el argumento es tan bueno, que es digno de replicarlo incesantemente ante la sociedad, hasta con cierto orgullo y convicción.
Al final de esta horrible costumbre estamos aquí, a mediados de octubre del 2024, y los únicos perjudicados de esta “transmisión constante de culpas” son los jornaleros, los comerciantes informales, los emprendedores, los empresarios, los vendedores formales, profesionales, estudiantes, artesanos, obreros, personas enfermas y hasta desempleados. Y la tragedia es grande.
Me pregunto ¿los ciudadanos merecemos este tipo de justificaciones ante cortes de 10 horas diarias de electricidad?
¿O necesitamos un próximo presidente que, antes de sentarse en Carondelet, haya consultado la información pública de la nación; determine los principales problemas del país y trabaje unas semanas para, apenas llegue su posesión, actuar, inmediatamente, por ejemplo, en la reparación parcial del sector eléctrico de la nación (lo que se pueda) y minimizar la crisis eléctrica? Y así en otras áreas críticas.
Ese “lujo asiático” no hemos tenido en Ecuador, últimamente. Quizá porque tampoco de eso son culpables los políticos.
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