“SI ME QUEDABA, NO TENÍA FUTURO”, así empieza el relato de uno de los tantos jóvenes en Ecuador. En 2023, más de 41 mil jóvenes ecuatorianos, entre 18 y 29 años, abandonaron el país sin regresar. Esta cifra alarmante refleja una creciente crisis de oportunidades laborales que está obligando a la juventud a buscar un futuro lejos de sus raíces. La migración de este grupo etario ha escalado en los últimos años, mientras el país sigue sin ofrecer soluciones estructurales que fomenten el empleo y el desarrollo profesional. Actualmente, son los jóvenes los los que están escapando de una crisis de seguridad, económica y ahora energética.
Su búsqueda de empleo comienza mucho antes de recibir su título. Aplican a diversas vacantes a través de plataformas en línea, dejan su currículum en varias empresas y consiguen un par de entrevistas gracias a recomendaciones. Sin embargo, ninguna de las ofertas se concreta, debido a la falta de experiencia laboral. “Me decían que tenía los conocimientos, pero no era suficiente sin cinco años de experiencia”, relatan, un requisito que la mayoría de empresas exige, a pesar de sus prácticas y pasantías, las cuales no suelen ser reconocidas como experiencia válida por los empleadores.
“En la universidad nos decían que había trabajo en mi campo, pero al salir te das cuenta de que no es así. Las plazas son pocas o simplemente no existen”, comentan, y aseguran que varios de compañeros de su generación, también se enfrentan a la misma realidad. Y lo que es peor, algunos han tenido que aceptar empleos que no guardan relación con su carrera.
Desilusionados por la falta de oportunidades, deciden emigrar a países de primer mundo (Europa o EEUU), inspirados por la experiencia de otros, que también migraron tras graduarse sin conseguir empleo en Ecuador. “Es difícil dejar a tu familia, pero si me quedaba en Ecuador no tenía futuro”, confiesan.
Vistazo reveló en un artículo reciente que la migración de la juventud ecuatoriana ha alcanzado niveles críticos e imparables. En 2022, se registraron 113.931 ciudadanos que salieron del país sin regresar, cifra que aumentó a 121.283 en 2023, y que ya supera los 100.000 en lo que va de 2024. El dato es alarmante: estos números son comparables a los de la crisis de los años 2000, provocada por la dolarización.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el grupo de edad entre 30 y 39 años representa el mayor porcentaje de emigrantes, seguido por los jóvenes de entre 18 y 29 años, de los cuales más de 41 mil no han regresado en 2023, muchos con títulos universitarios y posgrados.
Además, un informe reciente de la revista The Economist, basado en encuestas de Gallup, coloca a Ecuador como uno de los países que más perdería graduados si todos los que desean emigrar pudieran hacerlo, situándose junto a naciones como Pakistán, Irán o la República Democrática del Congo.
En conclusión, el desempleo se convierte en el motor de la fuga de cerebros. A pesar de los esfuerzos del gobierno de turno para impulsar el empleo juvenil, las cifras de empleo en Ecuador siguen sin mejorar significativamente. Hasta agosto de 2024, el INEC reportó que solo el 34,3% de la población ecuatoriana tiene un empleo adecuado, mientras que el 65,7% se encuentra en desempleo, subempleo, trabajos no remunerados o empleos no plenos.
Es penoso que el país no ofrece las garantías necesarias para que los jóvenes puedan desarrollarse profesionalmente, por lo que buscan oportunidades en el exterior. La mayoría mencionan la violencia y la falta de oportunidades como las principales razones para emigrar.
Las leyes y acuerdos específicos para fomentar la contratación de jóvenes no bastan, como la Ley de Eficiencia Económica promovida por la administración de Daniel Noboa. Esta norma ofrece incentivos tributarios para la contratación de personas entre 18 y 30 años. En 2024, se generaron más de 324 mil contratos para jóvenes, pero 124 mil de ellos ya han finalizado, quedando poco más de 200 mil vigentes. Además, la mayoría de estos empleos se concentran en sectores como la agricultura y la pesca, mientras que, en otras áreas profesionales, las oportunidades siguen siendo escasas.
Ecuador está sangrando talento a un ritmo alarmante. Mientras nuestros jóvenes se ven obligados a buscar en el extranjero lo que aquí se les niega, el país se queda estancado, condenado a un futuro de subdesarrollo.
Es hora de despertar de esta pesadilla y tomar medidas drásticas. Si no actuamos ahora, la fuga de cerebros se convertirá en una hemorragia que dejaremos de poder detener. ¿Qué país queremos construir? ¿Uno donde el talento se valore y se fomente, o uno donde nuestros mejores hijos se vean obligados a buscar mejores horizontes lejos de casa? Reformas profundas en los contratos, los horarios y las modalidades de empleo son urgentes si se quiere detener la constante salida de profesionales que buscan, en otros países, las oportunidades que aquí no encuentran.
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Por Francisco Trejo
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