La represa Mazar, ubicada en la provincia de Azuay, enfrenta un nuevo descenso crítico en su nivel de agua, a pesar de la leve mejora registrada tras las lluvias de los últimos días de septiembre. Este martes 8 de octubre de 2024, el embalse perdió cerca de medio metro en menos de 10 horas, situándose en 2 114.30 metros sobre el nivel del mar (msnm). De continuar con esta tendencia, Mazar podría dejar de operar en apenas cinco días, cuando alcance el nivel mínimo de 2 109 msnm.
El nivel actual representa un riesgo significativo para el funcionamiento de la central hidroeléctrica de Mazar, que alimenta a las represas de Amaluza y Sopladora, las cuales son parte del complejo hidroeléctrico Paute. El descenso pone en peligro la operatividad de una de las turbinas de Mazar, lo que podría desencadenar una paralización parcial de la central y agravar la crisis eléctrica que ya enfrenta el país.
El punto más crítico en Mazar se registró en abril pasado, cuando el nivel de agua cayó a 2 109 msnm. Si el nivel de agua sigue disminuyendo a la velocidad actual, se estima que al final del día el embalse podría alcanzar los 2 112 msnm, acercándose peligrosamente al umbral de paralización de las turbinas.
Amaluza y Minas San Francisco, en situación similar
El embalse de Amaluza, otra pieza clave del sistema hidroeléctrico, se encuentra actualmente en 1 982 msnm, apenas 25 metros por encima de su nivel mínimo operativo de 1 957 msnm. Desde las 08:00 de este martes, la represa de Amaluza ha experimentado un descenso de 10 centímetros por hora, lo que aumenta la preocupación por la sostenibilidad del suministro de energía.
En la central hidroeléctrica Minas San Francisco, la situación también es delicada. El nivel de agua está disminuyendo a un ritmo de un centímetro por hora, y la represa se encuentra a solo 2,5 metros de paralizar su operación.
Coca Codo Sinclair, con potencia reducida al 70%
Para complicar aún más el panorama, la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair —la mayor generadora del país— está operando al 70% de su capacidad debido a problemas técnicos. Esto reduce significativamente la capacidad de generación de energía y coloca a Ecuador en una posición vulnerable frente a la demanda eléctrica.
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