En esta coyuntura electoral, surgen preguntas fundamentales sobre las encuestas previas a las elecciones de febrero de 2025 en Ecuador, un proceso clave para el futuro del país. Las encuestas, que se presentan como herramientas para anticipar tendencias, también generan dudas sobre su precisión y utilidad.
¿Serán las encuestas una guía fiable para los votantes? ¿Influirán en las decisiones de sufragio? ¿Reflejarán fielmente las preferencias de los ecuatorianos?
Para los comicios de febrero estarán habilitados para votar 13’736.314 ecuatorianos y extranjeros residentes en el país. En cuanto a la división por género, nuevamente serán más votantes mujeres (6,99 millones) en comparación con los electores hombres (6,74 millones). Mientras que, por edades, los electores del voto facultativo, que son los menores de 18 años y mayores de 65, suman 2,51 millones. Los votantes de entre 18 y 25 años, para quienes el voto es obligatorio, serán en estas elecciones 11,22 millones. Por tamaño, serán las más grandes celebradas (con la última actualización del Censo 2022), queda ver si serán las más concurridas.
La historia de las encuestas en Ecuador: ¿una verdad distorsionada?
El papel de las encuestas en Ecuador ha sido históricamente controvertido. Surgen dos cuestiones fundamentales:
1. La metodología y contenido de las encuestas. Muchos ecuatorianos no responden con la verdad, ya sea por desconfianza o por temor a expresar sus opiniones políticas abiertamente.
2. El miedo a la expresión libre. En Ecuador, todavía prevalece el temor de muchos ciudadanos a revelar sus verdaderos sentimientos políticos, lo que los lleva a responder según lo que creen que los encuestadores quieren oír. Este fenómeno no es exclusivo de Ecuador; se repite en toda América Latina e incluso en países como Estados Unidos.
No hay mejor sitio para preguntar sobre el arte de las encuestas que el centro de investigaciones PEW en Estados Unidos. Esta organización sabe hacer encuestas y a eso se dedica. La gran diferencia es que no están supeditados ni a clientes privados, ni a presiones de gobiernos o de organizaciones de noticias. PEW hace sus propias encuestas para sus propios usos.
El Centro de Investigaciones PEW, afirma haber descubierto que cuando hay una enorme ola de información los adultos menores de 30 años, y los adultos hispanos, eluden responder con la verdad.
Me pareció que esto es importante en el caso de Ecuador, por la gran cantidad de jóvenes participando en esta elección.
A medida que las encuestas vuelven a ser el centro de atención, es necesario tener en cuenta sus fortalezas y sus debilidades. La precisión de las encuestas ha sido cuestionada en múltiples ocasiones, tanto en Ecuador como en el extranjero. Un ejemplo claro fue en 2006, cuando las encuestas señalaban a León Roldós como el probable ganador de las elecciones, y en 2016, cuando se pronosticaba una victoria aplastante de Hillary Clinton en Estados Unidos.
Ambos casos demostraron los errores que pueden cometerse en la interpretación de datos.
Hoy, en Ecuador, las encuestas sugieren consistentemente una ventaja para el presidente Daniel Noboa. Esta percepción, amplificada por los medios y las redes sociales, puede influir negativamente en la participación electoral.
¿Si usted supiera que un equipo de fútbol ya le ganó al otro equipo, antes de que se inicie el partido, ¿iría al estadio? Obviamente no lo haría.
El mismo peligro existe ahora. Si ya la elección está decidida desde hace tiempo, y si ya fue determinado quien ganó esta elección, aun así, ¿Usted votaría?
¿Se da cuenta? Lo mejor es pensar que nadie ha ganado nada aún y que la única encuesta que es real es la que conoceremos después del 9 de febrero del 2025 cuando todos los votos hayan sido contados.
Finalmente, les invito a no perder de vista que en Ecuador y en todas partes, a los candidatos punteros les convienen las encuestas, porque saben que eso influirá en los votantes indecisos. Esa es la razón para que los delanteros siguen apareciendo como los delanteros, aun cuando en muchas ocasiones, eso sea falso.
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