Cada vez que nos acercamos a elecciones, y que en nuestro país en el peor de los casos es cada 24 meses, los asesores “vende humo”, se reproducen a millares surgir, para tratar con base a sus argumentos falaces que algún candidato o peor aún, partido político, caiga en sus encantos de sirena.

En la intrincada danza del poder político, los asesores juegan un papel crucial, actuando como sombras detrás de los líderes que en muchas ocasiones, parecen más figuras decorativas que verdaderos conductores del cambio. Sin embargo, en el actual contexto político, emergen con fuerza ciertos personajes que, lejos de guiar a sus representados hacia la luz de la verdad, los conducen hacia un laberinto de ilusiones y espejismos.

La expresión “vende humo” hace referencia a aquellos que ofrecen soluciones vacías, promesas sin sustento y discursos atractivos, pero carentes de contenido, en un entorno donde la desinformación y las “fake News” se propagan a velocidades vertiginosas y sin control; estos asesores se convierten en verdaderos artistas del engaño, se caracterizan por su capacidad para generar expectativas irreales, transformando lo inalcanzable en un sueño colectivo que se desvanece ante la realidad, sus discursos suelen estar llenos de frases grandilocuentes y terminología técnica que, en vez de aclarar, confunden.

Por otro lado, los “encantadores de serpientes” evocan a aquellos personajes de la narrativa popular que, con una melodía hipnótica, lograban atraer a las masas hacia su trampa, estos asesores utilizan técnicas de comunicación persuasivas para disfrazar la falta de soluciones concretas, presentando sus propuestas como la panacea a los males del pueblo.

El peligro de estos personajes no radica únicamente en su capacidad para encantar y deslumbrar, su influencia se extiende a la construcción de realidades alternativas, donde la verdad es maleable y la crítica se convierte en un acto de traición, al punto de convertir mentiras evidentes en verdades asumidas.

Ecuador ha sido escenario frecuente de campañas electorales donde las promesas vacías y las narrativas engañosas han prevalecido, los “vende humo” han encontrado en las redes sociales un terreno fértil para sembrar sus mensajes, llegando a audiencias que buscan respuestas rápidas a problemas complejos, su  inmediatez y la viralidad de las plataformas digitales han facilitado la difusión de estas narrativas, haciendo que los asesores políticos se conviertan en los nuevos íconos de la desinformación.

La sociedad también debe asumir una parte de la responsabilidad, en un mundo donde el acceso a la información es muy amplio, la falta de un pensamiento crítico y una educación mediática sólida permite que los “encantadores de serpientes y vende humo” prosperen.

En un entorno donde los “vende humo” y “encantadores de serpientes” operan con impunidad, es esencial que los medios de comunicación, que muchas veces se convierten en cómplices por alcanzar una “primicia”,  las instituciones educativas y la sociedad civil se unan en un esfuerzo por promover una cultura de la veracidad y la transparencia.

Estos nefastos personajes son un fenómeno que, aunque parezca nuevo, han estado presente a lo largo de la historia política, su habilidad para manipular, engañar y desviar la atención de los verdaderos problemas es un reto constante para las democracias contemporáneas.

La clave está en cultivar una ciudadanía informada y crítica, capaz de resistir el atractivo de la ilusión y enfocarse en la búsqueda de la verdad, solo así podremos desmantelar su espectáculo tragicómico y construir un futuro donde la política esté al servicio de la realidad y el bienestar colectivo, sin “vende humo y encantadores de serpiente”.