La pobreza arrasa al sector rural del Ecuador

Sep 24, 2024

Por Rodrigo Jordán

Si usted vive en una ciudad, como el 63% de los ecuatorianos, quizá no sospecha que la verdadera pobreza del país se vive en las zonas rurales. Y los indicadores son alarmantes.

Según un último informe de Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), de junio pasado, la suma de los indicadores de pobreza y pobreza extrema por ingresos en la ruralidad supera el 67%.

Esto quiere decir que casi siete millones familias del Ecuador viven con menos de 92 dólares al mes. ¿Podemos permitir esto?

Específicamente, del total de personas que habita en zonas rurales, el 24,1% vive con menos de USD 51,60 al mes y el 43,2% con menos de USD 91,55.

Estas cifras contrastan con el costo oficial de la canasta básica, que, en agosto pasado, llegó a los USD 800.10.

Pero, si usted desea hacer una comparación reveladora, revisemos las cifras de pobreza por ingresos en el mundo urbano del Ecuador: a junio del 2024, la pobreza alcanzó el 17,2% y la pobreza extrema, el 4,4%.

¿Por qué tanta diferencia entre estos dos sectores? Asómbrese: las formas de pobreza por ingresos en las zonas rurales son tres veces mayores, y un poco más, que las urbanas.

Y parece que esto siempre ha sido así, ya que, si revisamos el porcentaje de pobreza y pobreza extrema rural, a diciembre del 2010, la cifra sumó un increíble 78%.

Todos estos indicadores nos hablan de una gran conclusión: que el mundo rural del Ecuador es el más olvidado por el estado.

Y esto tiene sentido, porque estos números son el reflejo de la grave problemática campesina y agraria del país, que crece a la sombra de la falta de empleo, de acceso a la educación, a la salud y la ausencia de una política de desarrollo rural, que impulse, por primera vez, un gran programa de inversión en esta zona esencial del Ecuador.

Desde la realidad urbana parece que el agro está lejano y que no es una zona tan esencial para el desarrollo nacional. Entonces, me pregunto ¿pueden las ciudades vivir desligadas de los campos, la agricultura y ganadería? Jamás. Es más, cada año, la necesidad de esta simbiosis es mayor.

Entonces, la solución parece obvia. Es el momento del pensar, durante un tiempo, en un Ecuador visto desde la ruralidad, y ya no desde lo urbano.

Parece que los gobernantes nacionales, provinciales y municipales planifican y trabajan con una visión “urbanocéntrica”. Tienen fiebre de ciudad y de votos con concentración geográfica.



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