El accidente cerebrovascular (ACV) ha emergido como una de las principales preocupaciones de salud pública a nivel mundial, afectando a 14 millones de personas. Pese a que es prevenible y tratable, entre 1990 y 2021 se observó un alarmante incremento de casos. Este aumento está asociado al envejecimiento poblacional y a una mayor exposición a factores de riesgo como la hipertensión, la obesidad, y la contaminación ambiental.

Estos datos provienen del reciente Estudio de la Carga Global de Enfermedades, publicado en la revista The Lancet Neurology, que será presentado en el Congreso Mundial de Accidentes Cerebrovasculares en octubre de 2024. El estudio reveló que las muertes por ACV alcanzaron los 7,3 millones en 2021, posicionando esta afección como la tercera causa de muerte mundial. Además, los años de vida saludable perdidos debido al ACV llegaron a 160,5 millones en ese mismo año, un 32% más que en 1990.

El ACV puede ser isquémico, cuando una arteria se bloquea, o hemorrágico, cuando una arteria se rompe. Este último tipo es menos frecuente, pero más letal, y es el responsable de la mitad de todas las muertes y discapacidades por ACV en 2021, particularmente en personas menores de 70 años y en países de bajos ingresos.

El estudio también analizó los factores de riesgo responsables de este incremento, destacando el impacto del índice de masa corporal alto, el sedentarismo y el consumo de alimentos poco saludables. A pesar de esto, las tasas ajustadas por edad han mostrado una leve disminución desde 1990, lo que sugiere que algunos avances en prevención han sido efectivos, aunque no suficientes.

El profesor Valery L. Feigin, autor principal del estudio, subrayó la necesidad de implementar nuevas estrategias preventivas más efectivas. Entre las recomendaciones se incluyen el control de la hipertensión, la reducción de la ingesta de sal, el aumento de la actividad física y la reducción de factores de riesgo ambientales.

A medida que el mundo enfrenta un creciente desafío por el impacto de factores ambientales como la contaminación del aire, las acciones preventivas y políticas de salud pública serán clave para frenar esta tendencia.