EDITORIAL. Dato mata relato. Eso dice el dicho.
Una inédita investigación, cuya autoría corresponde al académico Arduino Tomasi, ha destruido el relato progre del correato, que siempre mantuvo una falsa narrativa de seguridad ciudadana. Y los ecuatorianos se la compraron.
La mugre encontrada debajo de la alfombra no deja de sorprender. La investigación revela que en el país hubo, durante el correísmo, ocultas y subregistradas muertes violentas indeterminadas, por miles, vinculadas a la ruta del narcotráfico. Esta denuncia no es cosa menor, es fuerte.
Y es que todo cobra sentido este momento. Allá por el 2011 hubo un ministro de pobladas cejas que dijo, muy suelto de huesos, que el incremento de la delincuencia era producto de la percepción ciudadana.
Sin duda, se puede cuestionar los datos, la metodología, no estar de acuerdo con el trabajo, incluso dudar de las verdaderas intenciones del autor, pero de que la investigación está sustentada en datos oficiales, lo está.
Expuestos así los trapos sucios del correato, no podemos idealizar todo el pasado con una falsa narrativa. Es hora que los ecuatorianos, de una vez por todas, conozcan todos los cadáveres que reposan dentro del armario correísta. Amén de los que ya se conocen. (II)
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