En el electorado de EE.UU aún se viven las consecuencias de un gran “movimiento telúrico” que ocurrió hace cinco semanas, cuando Joe Biden renunció a la candidatura a la presidencia de su nación.
Este terremoto político sigue creciendo y, no solo continúa lastimando al contendor, Donald Trump, sino que está despertando, día a día, a un importante grupo de votantes demócratas y a los indecisos.
Los ojos de estos electores, hoy se fijan en Kamala Harris, una ex trabajadora del McDonald de 59 años, quien tomó la posta de Biden como candidata para los comicios de noviembre próximo.
Ella ha hecho renacer el sueño de derrotar, nuevamente, al representante del partido Republicano, Donald Trump, quien, apenas en mayo pasado, aventajaba con seis puntos porcentuales a Joe Biden, en una encuesta de Siena College.
Hoy, pocas semanas después, Kamala tiene una ligera ventaja sobre Trump en los sondeos sobre los votantes probables abriendo, así, un rápido camino hacia la recuperación y posible victoria. Harris, sin duda, ha impulsado un veloz renacer del partido Demócrata.
Y, aunque el triunfo final no está asegurado, Harris, hoy vicepresidenta de su nación, ha demostrado ser una máquina de atracción de electores; un magneto.
Pero ¿qué tiene esta política nacida en California de padre jamaiquino y madre india, que está impactando a los votantes estadounidenses? ¿Qué diferencias esenciales exhibe ante Donald Trump?
Primero debemos aclarar que, lastimosamente para muchos, las preferencias electorales son verdaderos plebiscitos de emociones. Esto quiere decir que la percepción del sufragante es más afectiva, que lógica, cuando este construye una lealtad hacia un candidato político.
Con este contexto veamos por qué, a nuestro criterio, Kamala Harris, a nivel general, es un verdadero imán nacional e internacional.
- Representa un modelo de candidato parecido al promedio de estadounidenses. Alguien de clase trabajadora que se superó y logró servir a su país desde la política.
- Parece una persona sensible ante las problemáticas económicas, familiares y sociales de su país. Esto contrasta con la imagen de dura, desafiante y un tanto intolerante de Donald Trump.
- Su origen como hija de inmigrantes trabajadores refuerza el imaginario de EE.UU, como una tierra de libertades, tolerancia y oportunidades. No nos olvidemos que en esa nación hay más de 46 millones de foráneos.
- Es una máquina de empatía. Su sonrisa es magnética y su determinación denotan cercanía, accesibilidad y energía para enfrentar los problemas. Esta empatía contrasta con la percepción de arrogancia, ira y exclusión que le gusta comunicar a Trump.
- Representa el equilibrio; no va hacia los grandes extremos. En sus declaraciones sobre cómo gobernaría dominan las posturas ancladas hacia el centro. En estos tiempos, los extremismos generan temor y rechazo entre los ciudadanos y la sociedad norteamericana es incluyente. Al candidato republicano muchas veces se le ha acusado de radical.
- Kamala Harris es nueva. Hay altas expectativas por lo que pueda hacer desde la Casa Blanca como mujer y política. En contraste, la visión y gestión de Donald Trump ya se han experimentado y se han dado graves problemas (hasta en al ámbito legal por su reputación personal).
Kamala, entonces, parece más la sucesora de Barak Obama que de Joe Biden y, por ser una máquina de empatía, le dará muchos dolores de cabeza al imperio de Trump hasta noviembre próximo, donde hablarán finalmente las urnas.
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