¿ Pensar estratégicamente? Es una competencia compleja que permite analizar y diseccionar información de alto valor para identificar y anticipar la existencia de oportunidades y desafíos para una toma de decisiones oportuna y adecuada, clave para la planificación en diversos niveles de la conducción del Estado. En el caso concreto de nuestro país comprender sistémicamente los factores y dinámicas detonantes de la aguda crisis de inseguridad y violencia frente a la cual es indispensable direccionar rutas de acción efectivas, para afrontar lo urgente sin dejar de lado la mirada de largo plazo.
Pensar estratégicamente implica adaptar la percepción y el sentido de confusión que provocan en los tomadores de decisión contextos azarosos, cambiantes, poco predecibles, inciertos; toda vez que el desconcierto no está focalizado en los entornos sino en la limitación de los actores frente a situaciones complejas, vacías de referentes conocidos, es decir a la impotencia que produce no contar con nuevos modelos de comprensión de la realidad. Dicha realidad inédita, es como un campo minado listo para explotar en cualquier nivel y escala espacio-tiempo, para lo que hay que estar preparado.
Así, frente a la red de los mercados criminales, las lógicas de interacción entre los diversos actores criminales, y su asentamiento en una inestabilidad dinámica, con diversas poblaciones, grupos de la sociedad civil, jóvenes, autoridades seccionales, es preciso replantearse varias acciones en los territorios de intervención:
- El desarrollo de autorreflexión flexible respecto de los paradigmas y herramientas conceptuales con las que se hace el acercamiento a la realidad para incorporar nuevas formas de develarla y comprenderla en toda su magnitud. Esto implica una correlación permanente entre pasado, presente y futuro deseado y la construcción de dispositivos discursivos coherentes con dichas interpretaciones que den legitimidad a cualquier decisión. Igualmente, con esta escala de P-P-F coexisten ciclos paralelos que pueden ir modificando lo que se considera como seguro e interrumpir con situaciones emergentes lo que se había previsto; para ello la anticipación estratégica es vital;
- La capacidad de mantener el tono emocional adecuado para no cometer errores producto de la desesperación por mostrar resultados de intervenciones específicas en seguridad. Esto implica mantenerse vigilante y receptivo ante los cambios, buscando la innovación en las respuestas, haciendo un cálculo inteligente de las capacidades y recursos estatales (logísticos y discursivos) frente a la activación de las amenazas a la seguridad y criticidad de los factores de riesgo, lo que en otras palabras tiene que ver con una vigilancia prospectiva constante, para marcar líneas sostenibles y no solo de impacto y poca recordación en el tiempo.
- Finalmente, operaciones ventajosas de información y contrainformación, construyendo inteligentemente desde la estadística bien situada y su complementariedad con argumentos cualitativos expertos en seguridad un panorama que lidie con heterogeneidad de actores (ciudadanos, voceros, activistas, grupos de presión, de oposición) su entramado de interdependencias y la potencial multiplicación de cambios.
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