Cómo hacer de una fiesta religiosa una celebración xenófoba

Ago 3, 2024

Por Luis Antonio Guijarro

Luis Antonio Guijarro ingeniero Civil Hidráulico, M.Sc. en gestión de Recursos Hídricos; en protección Medioambiental y de Cauces, y especialista en Sostenibilidad y Energías Renovables. Director de la División de Ingeniería de Aguas Residuales y Reúso en CES Consulting Engineers Salzgitter GmbH; Responsable de proyectos en Europa, Asia, y Latinoamérica.

La isla de Sylt está ubicada en el mar del Norte, al noroeste de Alemania, frente a la costa del estado de Schleswig Holstein y de Dinamarca. Está unida con el continente por un dique, por el que solo circula el tren, y es muy famosa no solo por las áreas de protección ecológica o sus más de 40 km de hermosas playas, sino porque los tres centros poblados son frecuentados fundamentalmente por gente de altos recursos económicos. Es la isla de élite alemana. Gente rica.
El pasado mayo, varios jóvenes ricos decidieron reunirse en el club “Pony”, en la localidad de Kampen, para celebrar el Pentecostés. Luego de beber varias docenas de champagne Moet & Chandon, porque los niños ricos no toman otra cosa, y ya en estado de embriaguez se “divertían” con consignas nazis y cantando a voz en pecho, al son del tema: “L‘amour toujours”, cuyo autor es Gigi D’Agostino. Su letra, en realidad, es un tema de amor, que fue trastocado por ellos con: “Alemania para los alemanes y los extranjeros fuera”. Esto estuvo acompañado del saludo con el brazo derecho el alto, que caracterizó y caracteriza al fascismo. La xenofobia como base para pasarla bien.
La gran mayoría de estos muchachos ha sido educada en colegios y universidades de élite privadas en Europa o en EE.UU. Ellos asumirán en poco tiempo las empresas de sus padres o iniciarán a gerenciar compañías de amigos de su mismo nivel económico. La élite. Evidentemente, el problema de la xenofobia no es un asunto de los niños ricos. Se da a todos los niveles, no obstante, vale la pena recordar que el crecimiento del nacional socialismo con, Adolfo Hitler, de centro, no hubiera crecido a la misma velocidad o incluso no se hubiera desarrollado sin el apoyo de las élites y de la industria de aquel entonces.
Un compatriota que trabaja en los servicios de migración me decía: no hay que darle importancia a “estos mocosos”. Pero yo creo que sí es importante, los niños ricos en otros países llegan a ser incluso a ser presidentes, para lo que definitivamente no están preparados. Ellos han nacido y han sido preparados para manejar las empresas privadas y negocios internacionales de sus familias, pero no solo carecen de entendimiento de lo que significa el Estado, sino que básicamente lo aborrecen. Mientras se quedan en la empresa privada hay la posibilidad de cambiar, porque cuando se dan cuenta que se incrementan las utilidades al emplear inmigrantes se les quita la xenofobia.



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