Correa y la sofística contemporánea

Jul 28, 2024

Por Heidi Galindo

Heidi Galindo es docente de Filosofía, Sociedad y Estética; máster en Desarrollo Social y máster en Filosofía y Pensamiento Social. Coordinadora del Instituto Nacional de Educación Laboral.

Rafael Correa, expresidente de Ecuador, sigue ejerciendo una notable influencia en la política ecuatoriana, a pesar de las condenas por corrupción que lo persiguen. Desde Bélgica, mantiene una base de seguidores leales y controla el partido que fundó, asegurando que sus intereses continúen moldeando el panorama político. Su habilidad prestidigitadora para influir en el destino del país, incluso como prófugo, es presentada como una brillante exhibición de “integridad y justicia”, según su propia definición elástica.

En la filosofía antigua, los sofistas eran expertos en argumentar cualquier posición sin apegarse a la verdad objetiva. Correa ha perfeccionado esta habilidad, creando una narrativa en la que se presenta como víctima de un sistema corrupto, mientras lanza una verborrea de denuncias contra otros. En este teatro de hipocresía y encarnando a un Tartufo moderno, disfraza su inconfesable “santidad” con una sofisticada retórica. Este cinismo contemporáneo, donde la ética se ajusta a la conveniencia y el poder, es el legado de la sofística que todavía permea la política. Los asesores políticos, igualmente diestros en su labor, rematan con maestría el complejo juego de distorsión de la realidad.

La paradoja se acentúa con la influencia de Correa en las elecciones, como prófugo de la justicia ecuatoriana, su participación en la propaganda electoral debería ser inaceptable, pero, las normativas que lo prohíben parecieran meramente decorativas. Este fenómeno remite a la visión del sofista Trasímaco en La República de Platón, quien sostiene que: “la justicia es el interés del más fuerte.” Según Trasímaco, las normas de justicia son construcciones creadas por los poderosos para salvaguardar sus intereses. En la política actual la verdad se ajusta como el Lecho de Procusto para encajar en las necesidades del poder, postura que nada tiene que ver con el Cinismo filosófico original, que abogaba por la armonía con la naturaleza y la virtud.

¿Cómo contribuyen la pobreza, la exclusión y la falta de educación, junto a la influencia de factores emocionales, a la aceptación de construcciones políticas engañosas? Ecuador enfrenta una encrucijada: permitir que el cinismo de Correa y otros políticos erosionen los valores democráticos o exigir una justicia genuina y transparente. Esta disyuntiva revela la lucha por una auténtica legitimidad política en un contexto de administraciones deficientes y persistentes desigualdades.



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