Diego Torres Hadathy / Corresponsal en Estados Unidos
La organización de la Copa América 2024 ha sido muy criticada y ha puesto en entredicho la capacidad de Estados Unidos para organizar el Campeonato Mundial de Fútbol en 2026. Pero este país le apuesta fuerte a convertir al “soccer” en un deporte grande y rentable y para eso tiene entre sus filas al mejor de todos: Leonel Messi.
La apuesta iba bien porque el número 10, al mando de la selección argentina, obtuvo el bicampeonato de América, es un ídolo local y sus camisetas y zapatos se venden por millones. Las organizaciones que dirigen el balompié norteamericano vieron a la Copa América como la oportunidad para intentar poner al fútbol a la altura del beisbol o del baloncesto.
Pero no se pudo. La difusión fue mínima para un torneo de esa magnitud. Los noticieros de las grandes cadenas norteamericanas que se emiten en inglés, apenas mencionaron los partidos. En los medios latinos como Telemundo y sus cadenas afiliadas -que transmitieron los encuentros en directo- el evento fue más comentado, pero no formó parte principal de la programación.
Los precios de las entradas -en la reventa en internet- fueron exagerados. Un asiento en los encuentros de la primera fase costaba entre 350 y 1.500 dólares y para la final entre 1.500 y 7.000 dólares. La asistencia en la mayoría de partidos de la etapa inicial fue escasa, porque los estadios fueron sorteados antes de la conformación de los grupos de juego y muchos de ellos estaban en zonas con poca presencia de público latino.
El negocio de la Copa América no llegó a los grandes centros comerciales, ni a las tiendas importantes en las zonas más adineradas, como por ejemplo Manhattan. Solamente los pequeños comercios latinos vendieron camisetas, sombreros y banderas a los aficionados que buscaban, ansiosamente, algún símbolo de su país.
Incluso el partido final sufrió el vandalismo de los hinchas colombianos y argentinos que -ante la inoperancia y sorpresa de la seguridad- ingresaron a la fuerza por las puertas y los ductos de aire, sin pagar entrada. Algo que parecía imposible que suceda en este país.
Pero nada de esto podría empañar el inmenso aporte del capitán argentino al fútbol norteamericano. Los aficionados -tanto en la Copa América como en la liga local- van a los estadios solo para verlo jugar. Su imagen está por todo lado, en comerciales de televisión, restaurantes y almacenes y sin duda será figura estelar cuando defienda su título mundial. Falta que el resto se ponga a su altura. (DTH)
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