Karina Granja Altamirano es docente universitaria de Hemisferios y la UIDE. Es consultora en Comunicación; máster en Comunicación Institucional. Puedes encontrar más artículos en ecuadorenvivo.com/opinion/
En la era de las redes sociales, el panorama político ha experimentado una metamorfosis significativa. TikTok, una plataforma inicialmente diseñada para el entretenimiento, se ha convertido en un actor crucial en las campañas políticas contemporáneas. En el caso de Ecuador, este fenómeno ha sido especialmente notable. La pregunta que surge es: ¿ahora el balcón es TikTok? ¿Deben los políticos subirse a las tendencias para atraer al electorado?
Es evidente que la respuesta es afirmativa. TikTok ha incrementado su influencia en las campañas políticas, y en cada elección, su capacidad para moldear la opinión pública se fortalece. En Ecuador, un país inmerso en un contexto altamente político y preelectoral, esta tendencia es palpable. Daniel Noboa, un joven político, ha marcado la diferencia con mensajes cortos y precisos en redes sociales, especialmente en TikTok, donde agrupa más seguidores y no enfrenta contendientes serios. Mientras en Twitter, la red social tradicionalmente política, hay menos de dos millones de usuarios, en TikTok hay más de 14 millones de ecuatorianos conectados. ¿Es allí donde se encuentran los votos? Ecuador está entrando en una nueva fase de hacer política.
¿Su estrategia? Daniel Noboa inauguró su camino hacia la segunda vuelta de la campaña presidencial con un video en TikTok, en el que compartía su playlist de música para fiestas. Este video, de apenas 12 segundos, fue visto por cuatro millones de personas. Noboa aparecía bailando reguetón y mostrando una lista de canciones, forjando así su candidatura en redes sociales. En TikTok, donde ahora tiene 2.1 millones de seguidores, sus mensajes son cortos, directos, creativos y con una dosis de humor. Nada de discursos grandilocuentes sobre la patria o teorías democráticas complejas.
TikTok se ha convertido en la red social más popular del mundo, y en Ecuador, tiene 14.6 millones de usuarios, lo que representa alrededor del 80% de la población. Mientras tanto, X (anteriormente Twitter), donde interactúan políticos, periodistas y analistas, cuenta con apenas 1.9 millones de usuarios. En X, los debates suelen ser más intensos y centrados en análisis profundos, mientras que en TikTok, Noboa se presenta como un “rockstar” y gana likes sin mucha oposición. Su video más visto, con 15 millones de visualizaciones, fue el anuncio del estado de conflicto armado interno el 9 de enero del presente año, esto significa una audiencia que ni siquiera una cadena nacional hubiera alcanzado.
El electorado ecuatoriano ha evolucionado significativamente, con un padrón compuesto por 13.5 millones de personas, donde más de la mitad tiene entre 16 y 39 años. Este segmento de la población ha crecido inmerso en las redes sociales, y para ellos, la tradicional división política entre izquierda y derecha resulta cada vez menos relevante. En lugar de esto, las causas ambientales y la diversidad sexual son las que realmente movilizan a estos jóvenes, mucho más que eventos convencionales como las movilizaciones por los derechos laborales de mayo. No se trata de una juventud apolítica, sino de una que reinterpreta la política desde una perspectiva fresca y diferente.
Las campañas políticas contemporáneas se han adaptado a esta realidad mediante estrategias segmentadas y georreferenciadas. Por ejemplo, un candidato puede dirigir mensajes sobre sostenibilidad ambiental a jóvenes de 16 a 20 años en zonas urbanas a través de TikTok. Simultáneamente, puede enviar mensajes relacionados con el empleo a jóvenes de 20 a 30 años en áreas rurales mediante Instagram, y abordar temas de seguridad con adultos mayores de 40 años en Facebook. Esta segmentación se extiende aún más, permitiendo dirigirse a audiencias específicas según género, ciudades e incluso parroquias, optimizando así el alcance, penetración y relevancia de sus mensajes.
La creciente influencia de TikTok en las campañas políticas es innegable. Por ejemplo, durante la segunda vuelta de 2023, el posicionamiento de Daniel Noboa fue afectado significativamente por los videos de su compañera de fórmula, Verónica Abad, cuando se viralizaron declaraciones controversiales sobre la privatización de la salud y la educación. En tanto que Luisa González, su contrincante, cometió un error al afirmar que en Venezuela se vive mejor que en Ecuador. Estos incidentes destacan el cómo los algoritmos más el voto emocional influyen en el electorado.
Afirmar que los ecuatorianos votan superficialmente sería subestimar su razón. Sin embargo, es innegable que el “voto emocional” y los algoritmos juegan un papel crucial en las decisiones electorales. La popularidad y el buen posicionamiento de Noboa en redes sociales demuestran que el conocimiento y la familiaridad con el candidato son esenciales para ganar votos, allí está su capital político.
Y lo que hoy tenemos en este Ecuador altamente político y pre electoral se percibe en las cifras: según la última encuesta de Comunicaliza, el 32% de intención del voto a Noboa, quien, de igual forma, goza de un nivel de aceptación de un 52%, el mismo de cuando fue electo presidente del Ecuador.
Según la historia electoral de Ecuador, cuando el conocimiento sobre un candidato supera el 60%, sus posibilidades de éxito aumentan significativamente. La política ecuatoriana ha entrado en una nueva era, donde las redes sociales, especialmente TikTok, juegan un papel central. Los políticos deben adaptarse a esta nueva realidad, utilizando estrategias innovadoras para conectar con el electorado joven y diverso. En un país donde el 80% de la población está en TikTok, ignorar esta plataforma sería un error estratégico.
Campañas bien diseñadas en redes sociales pueden cambiar el juego político. ¿Le bastará a Noboa su estrategia de mensajes cortos, creativos y humorísticos que han resonado con millones de ecuatorianos, especialmente con los jóvenes?
A medida que avanzamos, es probable que veamos más políticos siguiendo este ejemplo, subiendo a las tendencias de TikTok para captar votos y ganar elecciones. Así, el balcón de la política se ha trasladado del escenario físico a la pantalla del smartphone, marcando el inicio de una nueva era en la comunicación política.
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