Es imposible que los problemas de un país, y menos en el Ecuador, se resuelvan en 4 años de gobierno. Se engañan todos los que votan por un candidato creyendo que este de presidente lo solucionará todo. Mienten, sabiendo que lo hacen, todos los candidatos que con discursos rimbombantes ofrecen una lista interminable de realizaciones durante su mandato. Mientras se siga actuando de la misma manera, creyendo en lo imposible, la situación de los ecuatorianos empeorará cada día y la nación no inscribirá su nombre en el mundo del desarrollo, del bienestar.
Poner los pies sobre la tierra es obligatorio e impostergable. El 11 de septiembre próximo se convoca a una nueva contienda electoral presidencial y legislativa, cuya finalización está prevista para el 9 de febrero de 2025 y si hubiera segunda vuelta para el 13 de abril del mismo año. Los periodos para la campaña electoral son del 5 de enero al 6 de febrero, y del 24 de marzo al 10 de abril para el balotaje. Sin embargo, esos lapsos no tienen importancia, porque históricamente nadie los ha respetado y ahora tampoco será la excepción. De hecho, ya hay un sinnúmero de políticos y aspirantes a serlo dedicados a esa tarea. Y en este marco, recurrente por la cantidad de veces que se acude a las urnas, los ecuatorianos tendrán presidente reelecto o uno nuevo el 25 de mayo de 2025.
Entonces, elegir bien es lo que corresponde, sin que eso implique que la situación dramática presente, al término de los cuatro años de gobierno, se habrá transformado en una de felicidad, porque eso no va a ocurrir, porque sencillamente es imposible conseguirlo. Si la inseguridad causada por la delincuencia común y organizada ha sido controlada y castigada duramente y los indicadores caen sensiblemente, será un enorme triunfo. Si el nuevo gobierno define, de una vez para siempre, cuál es la verdad del IESS, Petroecuador, las eléctricas y la telefónica nacional, el aplauso y la gratitud deben ser sonoros por tan histórico éxito. Ahora y desde hace decenas de años nadie sabe cómo son administradas estas entidades y en beneficio de quiénes, porque del país y de su población no es. Si todos los cantones tienen agua potable, será extraordinario.
Sin construirse una sola carretera, ni una escuela o colegio, ni un solo hospital ni centro de salud, y que durante 4 años se dé mantenimiento eficaz a la red vial para evitar el desastre actual; a la infraestructura educativa volviéndola digna, al complejo hospitalario y de salud pública haciéndolo útil y de servicio efectivo; no permitiendo apagones en cualquier tiempo y con cualquier excusa, ese gobierno merece reelección inmediata. Si en ese corto periodo de 4 años es garantizada la seguridad jurídica y se registra mayor inversión nacional y extranjera y como consecuencia de ello se conquista un gran porcentaje de empleo, los ecuatorianos deben darse por satisfechos.
Los comicios de febrero de 2025 ofrecen la oportunidad de no equivocarse. Hay tiempo para que así sea. Una voluminosa oferta electoral es fácil hacerla, pero imposible de concretarla. En esta materia, menos es más.
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