Mientras una parte del Estado Mayor Central (EMC) está sentada en una mesa de negociaciones con el gobierno colombiano, otra está asediando militarmente a la fuerza pública y la población civil en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca.
Este lunes, miembros de esa disidencia de las FARC atacaron por varias horas la estación de Policía del municipio de Morales, Cauca, y dieron muerte a dos patrulleros y a dos personas que estaban allí detenidas, según el ministerio de Defensa.
Otros dos municipios también sufrieron ataques violentos (sin víctimas fatales).
Tres días antes, un explosivo en la misma región había ocasionado la muerte de un niño de 12 años, según las autoridades en un intento fallido también por parte de una estructura del EMC de atacar a la fuerza pública.
El presidente Gustavo Petro calificó las acciones como “atentados terroristas” y afirmó que “la ofensiva contra el EMC en el Cauca es total”.
Más que una sola disidencia, el EMC es una red de varias estructuras locales que operan con relativa autonomía y reclaman ser “las verdaderas FARC”, en oposición a las mayorías de esa guerrilla que se desmovilizaron con el acuerdo de La Habana.
La integran, según estiman las cifras oficiales más recientes que se conocen, unos 3.500 miembros.
Desde 2023, es uno de los grupos con los que el gobierno ha buscado adelantar negociaciones, como parte de su política de paz total.
La fragilidad de la unidad del EMC, sin embargo, quedó en evidencia en abril de este año, cuando se escindió en dos facciones: una liderada por alias Iván Mordisco, que se levantó de la mesa de negociaciones con el gobierno, y otra comandada por alias Calarcá, que sigue negociando.
Según Juanita Vélez, investigadora y cofundadora de la Fundación CORE, las recientes acciones violentas del EMC son “una muestra de que están en una apuesta de expansión y de ganar más control territorial” y de que “con la facción que se salió de la negociación lo que va a seguir es confrontación militar”.
La evolución de las disidencias
El Estado Mayor Central es la faceta más evolucionada de las disidencias de las FARC que nacieron durante las negociaciones de La Habana.
Meses antes de que se firmara el acuerdo entre la guerrilla y el gobierno en 2016, el frente primero de las FARC, compuesto por unos 400 integrantes y comandado por alias Iván Mordisco, anunció que no se desmovilizaría. Fue la semilla de las disidencias.
Entonces, la dirigencia de las FARC envió a alias Gentil Duarte, quien llevaba casi 40 años en la guerrilla y estaba participando de las negociaciones, a reestablecer la disciplina en ese frente; es decir, a alinearlo con el resto de las FARC en la decisión de dejar las armas.
Pero Duarte terminó abandonando también el proceso de paz, uniéndose a Mordisco y trayendo a su gente al proyecto de armar una disidencia.
Desde entonces, las disidencias (que no habían adquirido todavía el nombre de Estado Mayor Central) comenzaron a expandirse y consolidarse, nutridas tanto por excombatientes de las FARC como por antiguos miembros de otros grupos armados y nuevos reclutas.
Mordisco y Duarte lograron construir una red con alcance nacional, “aunque, más que un mando unificado, había un cogobierno y autonomía casi total a nivel regional y local”, señala una investigación de la Fundación Ideas para la Paz.
Según la misma investigación, “el crecimiento y fortalecimiento del EMC está estrechamente relacionado con los recursos financieros de economías como el narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal”.
El EMC se ve a sí mismo como el heredero legítimo de las FARC, y defienden que quienes dejaron las armas traicionaron la revolución.
En 2019, alias Iván Márquez, quien era el segundo al mando de las FARC y jefe negociador del acuerdo de La Habana, anunció su regreso a las armas y la creación de otra disidencia: la Segunda Marquetalia.
Desde su génesis, sin embargo, el EMC y la Segunda Marquetalia han sido disidencias enemigas, porque Duarte y Mordisco no estuvieron dispuestos a cederle su poder a Iván Márquez.
A pesar de que la Segunda Marquetalia incluía a mandos influyentes de la extinta guerrilla como alias Jesús Santrich, alias Romaña y alias El Paisa, el EMC es hasta hoy superior en número y capacidad.
Gentil Duarte murió en Venezuela en 2022, y desde entonces y hasta la escisión reciente, Iván Mordisco era el único y máximo comandante.
Una disidencia con estatus político
Gustavo Petro llegó a la presidencia con la propuesta de buscar una paz total.
Esa propuesta consiste en avanzar negociaciones de paz con todos los grupos armados con estatus político en el país, por un lado, y, por otro, procesos de sometimiento a la justicia de las organizaciones criminales que no tienen ese estatus.
El acuerdo de paz de La Habana contemplaba que a los combatientes de las FARC que abandonaran el proceso y siguieran delinquiendo les caería todo el peso de la ley.
En palabras del expresidente Santos, quienes no se acogieran al proceso serían combatidos con contundencia y “terminarían en una cárcel o en una tumba”.
Pero eso quedó atrás cuando en octubre de 2023, luego de un año de conversaciones exploratorias que arrancaron, el gobierno de Petro anunció que se sentaría oficialmente en una mesa de negociación con el EMC.
Eso implicaba dos cosas: que el gobierno veía a esa disidencia como una sola estructura y que la consideraba como un actor con estatus político.
Según la investigadora Juanita Vélez, fue en la fase exploratoria de las negociaciones cuando estas disidencias se nombraron a sí mismas como Estado Mayor Central, el mismo nombre que llevaba un órgano de decisión en las extintas FARC, lo cual reforzó su discurso de que son herederas de la ex guerrilla.
Sin embargo, la expectativa de que el gobierno iba a poder negociar con el EMC como un todo duró poco.
En marzo de 2024, un frente de esa disidencia rompió el cese al fuego que se había acordado con el gobierno al atacar a una comunidad indígena en el Cauca.
En respuesta, el presidente Gustavo Petro suspendió el cese bilateral al fuego en los departamentos de Cauca, Nariño y Valle del Cauca y calificó a Iván Mordisco de “traqueto (narcotraficante) vestido de revolucionario”.
El desenlace de eso fue que Iván Mordisco se paró de la mesa llevándose consigo a más de la mitad de la estructura del EMC.
En palabras de Juanita Vélez, “el estado le apostó a unirlos para poder negociar más fácil, pero lo que ha terminado pasando con el proceso de paz es que se han fragmentado más”.
Los ataques del EMC en Cauca y Valle del Cauca contra la fuerza pública muestran que la guerra entre la facción que se levantó de la mesa y el Estado se reanudó.
Esos ataques se han adjudicado alBloque OccidentalJacobo Arenas, que opera en Cauca, Valle del Cauca y Nariño y es el más poderoso militar y económicamente del EMC, según fuentes militares. Más de la mitad de todos los miembros de la organización pertenece a este bloque.
Los tentáculos del EMC
Además del Bloque Occidental, a la salida de Iván Mordisco de la negociación con el gobierno se sumaron el Bloque Amazonas, el Bloque Central,y el Comando Conjunto del Oriente.
En total, los hilos de la facción del EMC que está por fuera de las negociaciones se extienden por 14 de los 32 departamentos del país.
Desde que se rompió el cese al fuego con el EMC, las acciones violentas se han multiplicado en esa zona del país.
Las autoridades han reportado ataques contra sedes militares, secuestros y un aumento en el reclutamiento forzado.
El EMC es, además, responsable de muchos de los asesinatos de firmantes de paz (exguerrilleros de las FARC que sí se acogieron al proceso), que ascienden a más de 400 desde la firma del acuerdo.
La facción que permanece en la mesa es menor en tamaño y capacidad militar. Opera en ocho departamentos.
Sin embargo, explica Juanita Vélez que, por ejemplo, aunque no tenga el mismo poder militar y económico que el Bloque Occidental, el Bloque Jorge Suárez, uno de los dos que sigue negociando, “controla y gobierna sobre sus territorios”.
En cambio, “en Nariño y Cauca es más difuso quién domina porque el EMC se está disputando con otros grupos”, añade Vélez.
Por lo fragmentado que es, el EMC sostiene relaciones diferentes, e incluso opuestas, con otros grupos armados en cada región.
Por ejemplo, en el Magdalena Medio está aliado con frentes del ELN para enfrentar al Clan del Golfo, mientras que en el Valle del Cauca está enfrentado con el ELN.
A pesar de las contundentes acciones violentas, que el gobierno ha calificado como “barbarie” y “terrorismo”, la investigadora Juanita Vélez afirma que “claramente no tienen el nivel de magnitud, ni de alcance, ni de poder que tenían las FARC”.
“En 2002, que fue cuando las FARC alcanzaron su mejor momento militar, llegaron a tener más de 20.000 hombres y mujeres en armas, más de 100 estructuras y actividad en más de la mitad de los municipios del país, según inteligencia militar de la época. Lo que vemos hoy con el EMC es algo de un nivel mucho menor”, agrega.
Desde los ataques del lunes, el gobierno ha mandado el mensaje de que la superioridad militar del Estado frente a las unidades del EMC en el Cauca es indiscutible.
“Su única forma de expresión es recurrir a atentados terroristas, porque no tienen la capacidad para sostener un enfrentamiento con las Fuerzas Militares y la Policía”, afirmó el ministro de Defensa, Iván Velásquez.
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