La peculiaridad que nos hace pensar que, si suenan bien, hasta los malos consejos son buenos

May 19, 2024

“Dios los cría y ellos se juntan”, ¿cierto?

Si esculcas tu cabeza, posiblemente encontrarás más de estas gotas de sabiduría que aprendiste para siempre sin esfuerzo.

Pero, ¿no dizque “los opuestos se atraen”?

Ambas afirmaciones suenan ciertas, aunque se contradigan, pero la clave está en “suenan”.

Resulta que no sólo es más fácil recordar afirmaciones si riman o tienen una estructura rítmica, sino que además tendemos a juzgarlas como más veraces, reseña BBC Mundo.

Es por el efecto “rima como razón”, un sesgo cognitivo que también se conoce como el fenómeno Eaton–Rosen.

Los psicólogos Matthew S. McGlone y Jessica Tofighbakhsh, autores de un estudio fundamental sobre el fenómeno, le dieron un nombre más poético: la heurística de Keats.

¿La razón? Una línea del poema “Oda sobre una urna griega” del poeta romántico John Keats que no podría ser más apropiada: “la belleza es la verdad, la verdad belleza”.

En sus investigaciones, le dieron a los participantes una serie de aforismos que rimaban y versiones similares que no rimaban.

Eran en inglés, pero algo así como:

Agua que no has de beber déjala correr

Agua que no has de beber, déjala fluir

Comprobaron que no sólo preferían estéticamente las que rimaban sino que, aunque los voluntarios concordaban con que la estética no confiere la verdad, tendían a considerarlas más ciertas.

Efectivamente, las rimas y ritmo en oraciones y frases aumenta su percepción de precisión y confiabilidad.

Los psicólogos no eran los primeros en notar la existencia de este sesgo.

En su libro “La gaya ciencia” o “El alegre saber”, el filósofo Friederick Nietzsche lo exploró a fondo.

“Todavía hoy”, escribió, “el más sensato de nosotros se convierte en un frenético del ritmo, ¡aunque sólo sea porque ha comprobado que un pensamiento resulta más verdadero en cuanto adopta una forma métrica y se manifiesta con un estremecimiento (¿por qué no decirlo?) divino!

“¿Hay algo más divertido que ver a los filósofos más serios, comúnmente tan rigurosos en materia de certeza, referirse siempre a las sentencias de los poetas, para dar fuerza y credibilidad a sus pensamientos?”.

Sin embargo, apuntó, esa práctica era riesgosa pues, “como dijo Homero: ‘Los poetas mienten mucho‘”.

¿Notaste que dijo “todavía hoy”?

Estaba escribiendo en 1882 pero sigue siendo así, y lo ha sido durante muchísimo tiempo.

De la Odisea a la web

Tanto la Epopeya de Gilgamesh -la obra épica más antigua conocida- y el Libro de los Salmos de la Biblia, como las Ilíada y Odisea de Homero fueron compuestos en forma de poemas.

Aunque perduraron porque fueron escritos, su hogar era la tradición oral, así que era vital que se pudieran recordar, y nuestra memoria retiene mejor los versos, pues nuestros cerebros los codifican con más facilidad.

Es por eso que a menudo recuerdas sin problema una canción de hace años pero no lo que te dijeron ayer.

Pero además, la forma le confería autoridad no sólo a los dioses sino a los mismos textos.

No es sólo la rima, sino también el ritmo lo que utiliza en esos y otros textos clásicos y hasta en las frases inspiradoras que encuentras en internet.

Se valen del mismo “dominio elemental que sufre el hombre cuando oye música”, como dice Nietzsche.

“El ritmo es una coacción, genera un ansia irresistible de ceder, de ponerse al unísono; y no son sólo los pies, sino también el alma que sigue el compás”.

Al ser así de irresistibles, además de memorables, se repiten más, y la repetición da la apariencia de veracidad.

Además, la rima y el ritmo hacen más bonitas las frases y eso hace que, sin querer, a primera vista nos parezcan ciertas.

Es como que la evidencia de una habilidad para escoger y organizar palabras con gracia apuntara a una inteligencia lúcida que no requiere revisión más detenida del significado.

Las declaraciones antimetabólicas tienen un atractivo similar, mostró un estudio.

Son aquellas que repiten la primera parte de una oración invirtiéndola, como en “Uno para todos, todos para uno”.

Otra ventaja de ambos tipos de frases es su fluidez, pues nuestro cerebro procesa lo fluido con más facilidad, y eso nos hace sentir bien, lo que aumenta la posibilidad de que valoremos favorablemente su contenido.

Todo esto forma el poder de este fenómeno innato y cautivador.

Ingeniosas pero ¿ciertas?

El que el ritmo y las rimas aumentan la confiabilidad de los mensajes ha sido probado y comprobado, y se ha encontrado que el sesgo es aplicable sin importar características como edad, raza o género.

No extraña entonces que sea una herramienta valiosa para quienes viven de influir en la percepción de los receptores de sus mensajes, pues les ayuda a hacerlos más convincentes.

Inmediatamente se vienen a la mente los mercadólogos y publicistas, que efectivamente aprovechan el sesgo.

Pero hay ejemplos en muchos campos.

En la educación de niños, hacen más fácil el aprendizaje:

Treinta días trae noviembre,

con abril, junio y septiembre.

De veintiocho sólo hay uno,

los demás, treinta y uno.

Y han hecho su aparición hasta en los tribunales… quizás recuerdas que una de las cosas más memorables de denominado “juicio del siglo” por homicidio contra O. J. Simpson, un ex jugador de fútbol americano, fue una frase del abogado defensor:

If the glove don’t fit, you must acquit!“, que significa “si el guante no calza, deben absolver”, refiriéndose al momento en el que el acusado se probó unos guantes ensangrentados que podían haber sellado su destino.

En español no es tan efectivo, pero en inglés no sólo rima sino que además tiene ritmo, así que la defensa la repitió sin cesar pues se había topado con la mejor forma de inmortalizar el incidente en las mentes de los jurados.

La política es terreno fértil para la rima como razón, particularmente en la época de las elecciones, cuando los partidos sacan a relucir eslóganes que elaboradas estrategias publicitarias calculan serán persuasivos y inolvidables.

Intentando estar a la altura de lemas tan memorables como el “veni, vidi, vici” -vine, vi, vencí- de Julio César, algunos logran calar, al menos por un tiempo, en el imaginario.

De el clásico “¡Se vive, se siente, XX presidente!”, al peculiar “Estamos mal, pero vamos bien”, popularizado por Carlos Menem en 1991, que se convirtió en uno de los lemas políticos más populares en Sudamérica.

Y quienes no aspiran a cargos políticos pero sí a cambios no se quedan atrás.

Es rara la manifestación en la que no se escuche aquello de que “el pueblo, unido, jamás será vencido”.

Pero la creatividad quienes salen a las calles a expresar su descontento por distintas causas en todo el mundo no parece tener límite.

Es difícil escoger ejemplos pero, en el Día Internacional de la Mujer…

  • Ni estoy histérica ni estoy menstruando, grito porque nos están asesinando
  • ¿Te cansas de oírlo? Nosotras de vivirlo
  • Calladita no me veo más bonita

Entre tanto, en los muros de ciudades latinoamericanas aparecen aforismos que nos hacen sonreír y pensar, como varios de Acción Poética, el movimiento cultural que surgió en 1996 gracias al poeta mexicano Armando Alanís.

  • Más libros, más libres
  • ¿Qué tan lejos estamos de estar cerca?
  • Estamos a nada de serlo todo

Pero te dejamos con algunos que, más que una sonrisa, dan risa…

  • Todo tiempo pasado fue anterior
  • Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro
  • El dinero no hace la felicidad…. la compra hecha

Y una lección: aunque el efecto de la rima como razón es un sesgo cognitivo insidioso, también es fácil de neutralizar.

La clave es estar consciente de que existe y detenerse a pensar, recordando que el que una frase sea suene bonita y se repita a menudo, no significa que sea veraz.



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