Sobre el tema que aborda esta columna hoy, es importante aclarar, se ha escrito y se ha comentado profusamente desde 2016. Por tanto, lo que intento, nada más, es seguir hurgando en afirmaciones, dichas o inventadas, que tuvieron y tienen plena y escalofriante actualidad y, por lo mismo, valen los esfuerzos dirigidos a encontrar salidas para que su vigencia se desvanezca y desaparezca más pronto que tarde. De otra forma, estamos fritos y, como se asevera en el diálogo de marras “estamos todos dentro de lo insoluble”.
Un conocido hampón brasileño y líder de una organización criminal, Marcos Willians Herbas Camacho (a) Marcola, justifica su accionar y la del ejército de delincuentes que encabeza, unos 100.000 “hombres-bombas” como los califica, porque el gobierno central de su país y la sociedad en general se han negado a hacer “una autocrítica de su propia incompetencia” y no “entienden la extensión del problema”, problema que debió atenderse hace décadas cuando inició la migración rural, el desnivel de renta y eran pocas y discretas las periferias. Entonces el Gobierno Federal no reservó un presupuesto y dejaba que esa comunidad sólo fuera noticia por los derrumbes en las montañas. Ahora, en cambio, dice “estamos ricos con la multinacional de la droga y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social”
Marcola cree que ya no hay solución para el problema porque eso requiere billones de dólares, un gobernante de primera con inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo, aplastando al legislativo y al judicial que son los cómplices del delito, lo cual implicaría una mudanza profunda en la estructura política del país. “O sea: es imposible. No hay solución”. Burlándose afirma que “ustedes son los que tienen miedo de morir, nosotros no; la muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. Ya somos una nueva especie, otros bichos, diferentes a ustedes”. Y sin empacho suelta que ahora el gobernante lucha en “tierra extraña” porque el crimen lo hace “en terreno propio” y súper armado, dispuestos a ser crueles. “Ustedes nos transformaron en “super stars”, los tenemos de payasos, son nuestros clientes y nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos”. Y como idea lanza que, aunque sea contra él, hay que agarrar a los barones del polvo y también a los diputados, empresarios, ex mandatarios y otros que están “en medio de la cocaína y de las armas”, para después ironizar y “con qué plata, si no tienen dinero ni para comida de los reclutas”
En fin, tanto de lo que anota Marcola se parece a lo que sucede con otras naciones latinoamericanas y particularmente con el Ecuador de los últimos años. Será necesario hacer autocrítica para solucionar los gravísimos errores cometidos y no seguir cayendo en ellos. La atención a los sectores más vulnerables no debe ser solo en tiempos electorales, sino prioritarios y permanentes. Así será posible evitar que se “Pierdan las esperanzas (porque) estamos todos en el infierno”, como titula esta entrevista publicada y que, según se sabe, nunca fue realizada. Su autor, el periodista Arnaldo Jabor, admitió que se trató de un “juego literario”. Aun así, qué pena, “refleja una realidad latente”.
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