Recientemente se aprobaron dos tratados de libre comercio (TLC), uno con la China y otro con Costa Rica.
Los TLC siempre tienen detractores. Unos dirán que el TLC con la China destruirá nuestra industria y nuestras empresas. Otros, que no significará más empleo. Pero recordemos cómo el TLC con la Unión Europea (UE) bajó el precio de los automóviles, el de los vinos y muchísimos otros productos del Viejo Continente, y abrió puertas que hicieron que aumentaran grandemente las exportaciones del Ecuador hacia la UE, cosas que no se habrían logrado sin ese acuerdo.
Ese tratado con la UE, luego de mucha negativa del Gobierno de turno de entonces, se aprobó tras lamentablemente varios años de desidia. Si no hubiese sido porque exportaciones del Ecuador ya no habrían podido ingresar a Europa, no lo habrían firmado. Lo hicieron finalmente, y el Gobierno siguiente de Lenín Moreno lo puso en total vigencia. Hoy los beneficios están a la vista.
Los tratados con la China y Costa Rica fueron iniciados por el Gobierno anterior. Por lo tanto, el trabajo fundamental estaba hecho. El actual Gobierno con total buen criterio los empujó hasta el final. Son ya una realidad. Espera ahora el acuerdo con Corea del Sur.
Por lo tanto, en materia de los TLC, se ve que ya tenemos una noción de lo que significan políticas de Estado, no políticas de Gobierno. ¡Qué tal si al Gobierno actual se le hubiera ocurrido revisar todo, desconocer lo anterior y reiniciar negociaciones desde cero, respecto de los dos últimos tratados recientemente aprobados?
Las políticas de Estado no pertenecen a los gobiernos. Pertenecen a la nación. Las políticas de Estado son las que construyen sociedades que progresan, avanzan, derrotan la pobreza y logran la equidad.
En las demás materias estamos lejos de esas políticas. Por ejemplo, en el insoportable ya desangre de los subsidios, tanto a los combustibles como a las pensiones, no tenemos esas políticas de Estado.
En el caso de la delicadísima situación de los fondos de pensiones; una comisión de técnicos internacionales del más alto nivel, dirigidos por Heinz R. Rudolph, y apoyada por varios técnicos ecuatorianos, hizo en el 2018 un análisis detallado de la situación del sistema de pensiones del IESS. Luego, en el Gobierno anterior, una comisión externa al IESS hizo un análisis profundo de ese diagnóstico y propuso un esquema de solución para la incuestionable situación de quiebra actuarial del fondo de invalidez vejez y muerte. Otra comisión interna del mismo IESS hizo una propuesta alternativa. Ambos trabajos fueron hechos en el régimen anterior y tienen muy positivas alternativas. No se pueden desechar por el hecho de que fueron hechas en el pasado. Subsidios a los combustibles y a las pensiones son temas de Estado, y existen estudios y propuestas para ser discutidos ya.
El Gobierno anterior hizo bien en negociar, el Gobierno actual hizo bien en continuar y ponerlos en vigencia. Entendamos: o las políticas de Estado guían la ruta al progreso, o el populismo y el cálculo electoral guían al desastre. Si no, pregúnteles a los argentinos.
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