Terror, coincidencias y esperanza…

Ene 13, 2024

Este martes 09/01/24, luego de unos 50 años, volví a sufrir el terror colectivo. Esa vez fue por la gran explosión de un inmenso tanque reservorio de gas en el sur de Guayaquil, cerca a un sector popular donde entonces habitabamos con mi familia, de donde a esas horas de la noche evacuamos, contagiándose de […]

Este martes 09/01/24, luego de unos 50 años, volví a sufrir el terror colectivo. Esa vez fue por la gran explosión de un inmenso tanque reservorio de gas en el sur de Guayaquil, cerca a un sector popular donde entonces habitabamos con mi familia, de donde a esas horas de la noche evacuamos, contagiándose de nuestro pánico e instinto de conservación todo el resto de la ciudadanía guayaquileña, aunque era lejana al área de peligro. Algo así vivimos el martes con mi esposa e hijo, retornando de ese puerto y conociendo en las redes sociales del ataque terrorista a canal 10. Fue a la altura de Petrillo, y conforme avanzábamos a nuestro destino en Manta, percibíamos los efectos del terror que vivió todo nuestro Ecuador. Con decirles que en La Cadena, límite de Guayas y Manabí, fuimos los únicos comenzales del único restaurante abierto, que lo hizo porque telefónicamente habíamos reservado los almuerzos. Todos los demás restaurantes estaban inusualmente cerrados.

El nutrido tránsito vial bajó su intensidad, contrario al aumento de nuestra tensión por nuestros familiares y negocios, desde donde vía celular nos informaban del terror en los diversos campos de nuestras actividades productivas. La cúspide de lo antedicho fue en Quimis, donde al igual que en La Pila, todos los modestos negocios de artesanías ya estaban cerrados y sin nadie a la vista. Hasta ahí había llegado el terror… y nosotros viajando. Arribados a la “Y” de Montecristi, advertimos que inusualmente la gasolinera de ese sitio tenía colas de vehículos abasteciéndose de combustibles. Llegados a Manta por la vía de ese cantón hasta Jaramijó, los muy pocos vehículos circulantes denotaban los efectos del terror colectivo y su natural efecto de autoprotección que nos hizo llegar y protegernos en nuestros hogares para por TV enterarnos del terror nacional vivido.

Todo lo anterior “coincide” con el avance de la Fiscalía en el -más que escandaloso- caso “Metástasis” y con la presentación a la Corte Constitucionlal que hizo el Presidente Noboa, ese mismo día, del resto -9 preguntas- donde totalmente se incomoda a diversos sectores relacionados al narcotráfico con sus nexos políticos y judiciales. Por ello, “coinciden” -como en varias otras ocasiones- los levantamientos en las cárceles, donde ahora “brillan” el secuestro de guías y la evasión de 2 sindicados cabecillas; también, la serie de explosiones de vehiculos, pasos a desnivel, locales comerciales y asesinatos a diestra y siniestra. Por todo este lúgubre escenario es que no “coincide”, sino que es un gran acierto que el Comandante en Jefe de las FFAA, el Presidente Noboa, decrete la guerra contra los identificados grupos de terroristas que cada vez la mayoría de ciudadanos se convence de donde provienen y quienes los aúpan.

Si es extraña la “coincidencia” que en estas circunstancias la Asamblea con sus 50 votos de RC, haya aprobado la Ley conocida como “Antiapagones” con casi unanimidad; lo mismo que resulta increible “coincidencia” que de pie, creo que todos los presentes, hayan aplaudido y respaldado el Decreto 111 del Presidente Noboa, que lo posiciona en un único lugar de nuestra historia.

Mi inveterado optimismo me hace acudir a “No hay mal que por bien no venga” esperanzado que esta guerra nos traerá la paz que Ecuador necesita; y no tanto por nosotros que ya tanto hemos vivido. Todo lo que hagamos y suceda, que sea por el bien de nuestras decendencias. Amén.



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