Casi 70,000 inmigrantes se encuentran hacinados en refugios de emergencia en la ciudad de Nueva York, una realidad desgarradora que se ha convertido en la “nueva normalidad”, según funcionarios del gobierno del alcalde Eric Adams. Personas duermen en el suelo, acurrucadas en las aceras bajo el frío de diciembre, mientras que familias enteras se aglomeran en tiendas de campaña gigantes en las afueras de la ciudad, lejos de las comodidades básicas.
El costo mensual de cuidar de todos estos inmigrantes asciende a cientos de millones de dólares, sumando hasta la fecha un total de 2400 millones de dólares. La crisis migratoria en Nueva York tiene sus raíces en factores fuera del control de la ciudad, como la conmoción mundial y las políticas federales que permiten la entrada récord de inmigrantes sin ofrecerles oportunidades legales de trabajo.
Sin embargo, según una investigación del New York Times basada en entrevistas con funcionarios, defensores y migrantes, las acciones y omisiones del gobierno de Adams también han contribuido significativamente a las dimensiones actuales del problema.
Cuando la ciudad improvisó un sistema para procesar a más de 150,000 personas en un año, se encontraron innumerables fallos, muchos de los cuales nunca fueron reportados anteriormente. Durante gran parte de la crisis, la ciudad no facilitó la transición de los migrantes fuera de los refugios ni ayudó en la solicitud de asilo, cerrando posiblemente el camino hacia el empleo legal para miles.
Además, se han firmado contratos sin licitación por más de 2000 millones de dólares, algunos con proveedores acusados de abusar de los inmigrantes. El costo de albergar a un hogar de inmigrantes resulta ser más del doble que el de una familia sin hogar antes de la crisis.
Las tensiones entre Adams y las autoridades estatales y federales han obstaculizado aún más la gestión de la crisis. “La línea del tiempo es una serie de respuestas tardías y posturas antagónicas”, según Christine Quinn, directora de la red de refugios familiares más grande de la ciudad.
La situación llegó a un punto crítico el 12 de julio de 2022, cuando Julia Savel, entonces portavoz del comisionado de servicios sociales de la ciudad, Gary Jenkins, expresó su preocupación sobre la posible violación de la ley en una conversación telefónica.
La crisis humanitaria en Nueva York revela una serie de desafíos sistémicos y decisiones gubernamentales que han llevado a la ciudad a una situación sin precedentes, marcando una “nueva normalidad” que clama por soluciones inmediatas y sostenibles.
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